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Actualizado: 1 de octubre de 2025
Al ver los rojos envoltorios que servían de almohadas a estos vagabundos, tranquilizábanse los soldados del orden. Suavemente les quitaban las gorras, y al encontrarse con el peludo apéndice de la coleta, se alejaban riendo sin más averiguaciones. No eran ladronzuelos: eran aficionados que iban a las capeas.
Pero cuando la aprobación del cura se convirtió en entusiasmo y se manifestó más ostensiblemente fue cuando D. José comenzó a trazar la pintura de un animal monstruoso y hediendo: el rostro peludo como el de un mico, el hocico apuntado como la hiena, los ojos hundidos y atravesados, los labios colgantes, las garras como los ogros... El cura no comprendió al pronto.
Marcháronse poco después los visitantes, dejando a mi tío muy fatigado con la conversación en que había tomado, por rebeldías de su temperamento, más parte de la que debiera, y yo llevé mi cortesía en aquella ocasión al extremo de acompañar a la familia de don Pedro Nolasco hasta el pedregal en que empieza a descender la cambera hacia el pueblo. ¡Qué graciosamente pisaba Lita con sus primorosas almadreñas, y con qué donaire se recogía los pliegues airosos de su vestido, que apenas dejaban ver dos dedos de media blanca sobre el ancho y peludo ribete de las zapatillas!
El peludo Butrón levantó ambas manos al cielo, la Mazacán paseó por la horrorizada concurrencia una mirada de triunfo, y la duquesa, irguiéndose iracunda, exclamó violentamente: ¿Y lo dices con esa frescura?... ¿Y tienes valor para venir a decirlo aquí, en mi casa?...
¡Aquí no hay República, Tòni...! Y sin embargo, esto es algo. Pero Tòni no se daba por vencido. Contraía el peludo rostro, haciendo un esfuerzo mental para dar forma á sus vagas ideas, vistiéndolas de palabras. En el fondo de estas grandezas presentía una afirmación de sus mismos pensamientos. Al fin se entregaba, desarmado, pero no convencido.
143 Estaba de centinela y por causa del peludo verme más claro no pudo, y esa jue la culpa toda: el bruto se asustó al ñudo y fi el pavo de la boda. 144 Cuando me vido acercar: quién vivore-? Preguntó; ¿qué víboras?, Dije yo. ¡Ha garto!, Me pegó el grito, y yo dije despacito: ¡más lagarto serás vos!
Una cómoda y ancha carretera había sustituido á la escabrosa y angostísima senda antigua: y en lugar de cabalgar sobre el peludo y escueto jamelgo que antes conducía por ella al viajero, tomé un mullido asiento en una de las diligencias que se han establecido entre Torrelavega y la villa de los tres Arzobispos.
Por más que el jinete trataba de sofrenarlo agarrándose con todas sus fuerzas a la única rienda de cordel y susurrando palabritas calmantes y mansas, el peludo rocín seguía empeñándose en bajar la cuesta a un trote cochinero que descuadernaba los intestinos, cuando no a trancos desigualísimos de loco galope.
Es que bebe... tal vez algún «peludo»... por otra parte Anastasio es un hombre de muy mal carácter y como te decía el otro día, ha tomado a Ramona para tener quien le lave y le cocine; pero no le tiene ni el más mínimo cariño. ¿
El pecho de la camisa estaba abierto en todo tiempo, dejando ver un matorral de pelos blancos. Los pantalones se sostenían invariablemente con un solo botón, y cuando el viento levantaba la camisa, salía á la luz un nuevo triángulo peludo y blanco, con el vértice hacia arriba, que era continuación del triángulo enmarañado del pecho, con el vértice hacia abajo.
Palabra del Dia
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