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Actualizado: 19 de junio de 2025
Al mismo tiempo, también se recrudecía el fuego por la calle del Comercio, donde un hombre de la raza de color, el valiente Pablo Correoso, al frente de un pelotón de voluntarios, se batía desesperadamente con los invasores.
Los compradores que conseguían obtener su boletín, salían corriendo después de haber luchado por romper la verdadera muralla humana que cerraba la calle. Mi tía se engolfaba cada vez más en el pelotón de gente aglomerada.
Me han puesto al frente de este pelotón de buenos muchachos; ¿quieres venirte con nosotros? Diciendo esto, señaló a los esclarecidos varones que le seguían, los cuales, o yo me engaño mucho, o eran la flor y nata de Ibros, Sierra de Cazorla y Despeñaperros, todos gente de ligerísimas piernas y manos. Dile las gracias por el ofrecimiento, y seguí mi camino.
Y Gallardo, sintiendo en su deslumbramiento la necesidad de contestar algo, tartamudeó, como si saludase a un aficionado: Grasias. ¿La familia güena?... Una discreta carcajada de doña Sol se perdió entre el estrépito de las herraduras que resbalaban sobre las piedras con los primeros pasos. Puso la dama su caballo al trote, y todo el pelotón de jinetes la siguió, formando escolta en torno de ella.
La enérgica voz del capitán Perdomo, volvióse á oir: Un pelotón por el flanco izquierdo dijo La vanguardia que avance rápida por el centro. Teniente Ortega, lleve el resto de la columna sobre aquella loma, y picando con sus espuelas los hijares de su brioso caballo, éste se puso en carrera veloz sobre el campo enemigo, seguido de un grupo de valerosos soldados.
Todo aquel peloton de animales de tres especies unos de dos piés, otros de cuatro que brincan y los demas cadáveres sale por una gran puerta, y apenas acaban de cerrarla cuando se abre la del toril para recomenzar la matanza....
En Méjico nunca faltan hombres para pelear y morir. Hay siempre más que fusiles. Pero, en realidad, eran simples riñas de grupo á grupo, dejando á la iniciativa de cada pelotón la marcha del combate. Tiraban y tiraban hasta agotar las municiones, sin hacer uso jamás del arma blanca. Ninguno tenía bayoneta.
Su padre había cerrado la taberna, muerto de miedo; y desde una ventana de arriba había declarado al pelotón de curiosos que le apostrofaban desde abajo, que estaba dispuesto a comerse todos los ejemplares del periódico que se le presentaran, si con ello se calmaban las iras reinantes contra él.
Cuando el pelotón de jinetes fué pasando ante la casa que había sido de Pirovani, Robledo miró sus ventanas con cierta inquietud. «¡Si iremos se dijo al encuentro de otra desgracia proporcionada por esa mujer!» En aquel momento Watson abandonaba su caballo y seguido de Cachafaz empezó á arrastrarse entre ásperos matorrales.
Fueron los amigos del novio los primeros en moverse y hablar. Se despidieron del padre con rápidos apretones de mano y frases triviales de sociedad, un tanto descuidadas en la forma, como dirigidas de superior a inferior; tras de lo cual, el pelotón entero tomó el camino de la ciudad, reanudando la broma y algazara.
Palabra del Dia
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