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Preparado el terreno por medio de carta fechada en Pau el 9 de diciembre de 1591 y relación de los inconmensurables infortunios , acompañando á la Princesa Catalina fué á encontrar al Rey en Tours, logrando largas entrevistas, auxilio pecuniario y la aquiescencia de los proyectos que iba madurando, por objetivo de intento.

Generalmente, Martín y Capistun se entendían con el de Bayona, pero algunas veces tuvieron que relacionarse con el de Pau. Muchas veces habían dejado en manos de jóvenes carlistas, disfrazados de boyerizos, barricas llenas de armas. Los carlistas montaban las barricas en un carro y se internaban en España.

Continuaba la gran batalla cerca de París. Tenían que improvisar alojamientos para la nueva remesa de carne destrozada. Desnoyers volvió á los jardines cercanos á la gruta. Su paseo era para entretener el tiempo. Pensaba regresar á Pau aquella noche: nada le quedaba que hacer en Lourdes. ¿Adonde dirigiría luego sus investigaciones?...

Decidido á franquear los Pirineos por recurso único de salvación, despachó á su amigo Gil de Mesa con carta fechada á 18 de noviembre de 1591, en que pedía asilo y protección á Catalina de Borbón, hermana de Enrique IV, en términos discretamente dirigidos á mover juntamente la piedad y el interés de la Princesa de Bearn , y á medida de los deseos y las necesidades del momento, respondió la política tanto como la compasión á la demanda , brindándole acogida en Pau.

El artesonado del salon de SANTA ISABEL está en gran parte destrozado; las tribunas han casi desaparecido en su totalidad; la mezquita está mutilada y á merced de uno de los inquilinos. Costosa es la reparacion, sin embargo S. M. no dejará de imitar á su augusto tio el Rey de los franceses que ha puesto un esmero singular en la reparacion del palacio de Henrique IV en la ciudad de Pau.

Le ha enviado el general díjome a media voz la Vizcondesa para traer unos despachos al gobernador de Pau y adquirir noticias de la salud de Cecilia, que ha estado muy enferma. ¿De veras? exclamé consternado. Ya pasó. Está mucho mejor; y, mientras viene el general, nos acompaña Enrique. ¿Dónde ha de vivir sino en el castillo de su tío?

Por la tarde hubo mucha gente en el castillo: toda la buena sociedad de Pau y sus alrededores. Cecilia hacía los honores de la casa con una gracia y una naturalidad admirables; se ocupaba de todos, excepto de Enrique, a quien sólo de vez en cuando daba algunas órdenes para que arreglara las mesas de juego. Hiciéronme jugar al whist con tres personajes de la comarca.

Julio no había ido á Biarritz para vivir con los suyos... El mismo día de su llegada vió de lejos á la madre de Margarita. Estaba sola. Sus averiguaciones le hicieron saber que la hija vivía en Pau. Era enfermera y cuidaba á un herido de su familia. «El hermano... indudablemente, es el hermano», pensó Julio. Y reanudó su viaje, dirigiéndose á Pau. Sus visitas á los hospitales resultaron inútiles.

Atravesé el alegro valle de Argelés y la ciudad de Lourdes; admiré la deliciosa capilla de Nuestra Señora de Bétharram, y me dirigí a Pau, que me atraía por más de un concepto.

Tenía, en primer lugar, un amigo, un amable y excelente joven, antiguo capitán de la guardia, que habitaba con su familia en el Real Palacio de Pau, y no quise dejar el Mediodía sin abrazarle; por otra parte, en los alrededores de esta ciudad estaba el señorío de Lescar, donde la vizcondesa D'Ortlies y el general me habían comprometido para que me detuviese algunos días.