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Los legitimistas franceses se lo figuraban como un nuevo Enrique IV; y como de allí, del Bearn, salieron en otro tiempo los Borbones para reinar en España y en Francia, soñaban con que Carlos VII triunfaría en España, acabaría con la maldita República Francesa, daría fueros a Navarra, que sería el centro del mundo y, además, restablecería el poder político del Papa en Roma.

Adelantóse con mesurado paso y saludando profundamente, dijo: Mi poderoso é ilustre señor, Carlos, rey de Navarra, conde de Evreux y de Champaña y señor del Bearn, me ordena saludar fraternalmente á su muy amado primo Eduardo, príncipe de Gales, duque de Aquitania, lugarteniente.... ¡Basta ya, Don Martín! interrumpió impacientemente el príncipe.

El anciano Leucato se ha retirado con su hija Nicea á una casa de campo, en medio de espesos bosques, para pasar tranquilamente el resto de sus días. El príncipe de Bearn, que, en sus expediciones venatorias, visita con frecuencia estos parajes, ve á Nicea y se enamora de ella, con cuyo motivo reside largo tiempo en la casa de Leucato.

Un día efectué una ascensión al Camp de César o a la Penne de l'Héris; otro día proyectaba excursiones al Pic du Midi, desde donde se dominan las llanuras del Bigorre y del Béarn. ¡Cuánto regocijo y cuánta salud dan el aire puro de las montañas, esos valles risueños y ese hermoso sol!

Engañarse engañando abunda en delicados rasgos psicológicos. Un Duque castellano desea vehementemente casar con la princesa del Bearn á su hijo mayor, que es Marqués; pero éste es enemigo de las mujeres, y sólo desea vivir en un desierto solitario.

La particularidad, puramente externa, de que en una aparezca un conde de Barcelona y un príncipe de Bearn, y en la otra una princesa italiana, etc., no parece suficiente para clasificarlas entre las comedias de teatro, cuando el asunto, que exponen, no sale del círculo de la vida íntima; tampoco puede llamárselas comedias de capa y espada, y de aquí que el análisis sea incapaz de clasificarlas, y que no haya nombre especial que las caracterice.

El papel de avisos enviados al Rey, que ahora sale á luz por vez primera , servirá de esclarecimiento. De todos modos, temeroso de asechanzas, en el Bearn, Antonio Pérez , nada tenía que hacer.

Decidido á franquear los Pirineos por recurso único de salvación, despachó á su amigo Gil de Mesa con carta fechada á 18 de noviembre de 1591, en que pedía asilo y protección á Catalina de Borbón, hermana de Enrique IV, en términos discretamente dirigidos á mover juntamente la piedad y el interés de la Princesa de Bearn , y á medida de los deseos y las necesidades del momento, respondió la política tanto como la compasión á la demanda , brindándole acogida en Pau.