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Actualizado: 22 de julio de 2025
Las visitas a la casa de Cirila prosiguieron durante dos semanas; pero bien se demostró en la práctica que aquello no podía seguir, y tomaron otro cuarto. Patricia se había hecho insoportable, y doña Lupe, descolgándose en la casa a horas intempestivas, llevada de su afán de mangonear, dificultaba las escapatorias de su sobrina.
Después oyeron ruido, sintieron la voz de Fortunata que hablaba quedito con Patricia, diciéndole quizás cómo y cuándo mandaría a buscar su ropa. Tía y sobrino asomáronse luego a los cristales del balcón y la vieron atravesar la calle presurosa, y doblar la esquina sin dirigir una mirada a la casa que abandonaba para siempre.
Mucho ojo con este carnicero, que es más ladrón que Judas. Si tienes alguna cuestión con él, nómbrame a mí y le verás temblar...». Y por aquí siguió amonestando y apercibiendo con ínfulas de verdadera ama y canciller de toda la familia. La suerte que se marchó. Serían las diez cuando la desposada se quedó sola con su marido y con Patricia.
Nombrábase Patricia, pero Torquemada la llamaba Patria, pues era hombre tan económico que ahorraba hasta las letras, y era muy amigo de las abreviaturas por ahorrar saliva cuando hablaba y tinta cuando escribía. Otra tarde le dio Maxi una hermosa sorpresa.
Bastante esclavitud había tenido dentro de las Micaelas. ¡Qué gusto poder coger de punta a punta una calle tan larga como la de Santa Engracia! El principal goce del paseo era ir solita, libre. Ni Maxi ni doña Lupe ni Patricia ni nadie podían contarle los pasos, ni vigilarla ni detenerla. Se hubiera ido así... sabe Dios hasta dónde.
Sin duda la trampa se armaba sólo por las noches. A la tarde, hallándose sola con Patricia en la cocina, tuvo ya las palabras en la boca para preguntarle: «¿y los de al lado?». Pero no desplegó sus labios.
Los egipcios colocaban en el calzado placas labradas de oro y plata. El calzado de los sátrapas persas era una joya valiosísima. Los patricios y senadores romanos usaban botas de piel encarnada, con una media luna de plata, la luna patricia. Pasemos a tiempos más próximos a los nuestros y recordemos a los papas, a los emperadores, a los duques venecianos.
Di que sí... tomamos otra, y se acabó la trampa observó la novia tomando en serio los consejos de su amiga. Verdad que él no se acobardará, y a donde vayas, él detrás. Créeme que está loco, Y te digo más. La criada que tienes, esa Patricia que le recomendó a doña Lupe el señor de Torquemada, está vendida.
Después mandó a Patricia a su casa con un recado, llamando a Nicolás, que aquel día había llegado de Toledo. «Que venga mi sobrino inmediatamente, y si está durmiendo, encargue usted a Papitos que le despierte».
Misia Melchora es lo más alto entre lo más eminente o empingorotado de nuestra sociedad. Sus apellidos, así los propios como el de su consorte, fallecido 25 años hace, significan doble tradición, colonial y patricia. Un Nuezvana fue virrey del Perú, caballero ostentoso que imitaba en Lima el boato borbónico, según cuenta Ricardo Palma en sus apologías de aquellos magnates.
Palabra del Dia
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