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Actualizado: 30 de abril de 2025
La erudicion es mucha, pero acinada, y con señas de no haberse sacado de los originales, por donde es tumultuaria, desordenada, y de ningun modo á propósito para instruir con fundamento á los Lectores; pero sí acomodada para llenarles la cabeza de varias especies, y hacer que parezcan sabios sin serlo.
Además de este prudente equilibrio y semejanza de unos artistas con relación á otros, el director de la compañía necesita tener muy bien determinada la clase de literatura que sus comediantes han de cultivar, de tal suerte, que las comedias encajen en la arquitectura ó complexión material y moral de sus intérpretes y parezcan como confeccionadas á su gusto y medida; pues actores conocemos que no saben moverse dentro de los moldes pulidos y ricos en policromias interiores de la comedia moderna, y que en los dramas románticos y violentos, por el contrario, saben llegar á las notas más agudas de la emoción; y otros, en cambio, fríos, correctísimos, incapaces de un verdadero gesto trágico.
y que en el particular de mi asno, que no le trocara yo con el rocín del señor Lanzarote. -Hermano, si sois juglar -replicó la dueña-, guardad vuestras gracias para donde lo parezcan y se os paguen, que de mi no podréis llevar sino una higa. ¡Aun bien -respondió Sancho- que será bien madura, pues no perderá vuesa merced la quínola de sus años por punto menos!
Todos, por serios que parezcan, son en el fondo unos perdidos. ¡Qué lástima! Un abogado tan eminente... ¡El dinero que podría ganar!... Las lamentaciones del padre abrieron nuevos horizontes á la malicia del pequeño. De un golpe abarcó el móvil principal de nuestra existencia, que hasta entonces sólo había columbrado envuelto en misterios.
Santorcaz, después de un rato de silencio y meditación, contuvo su cabalgadura, paróse en mitad del camino, y contemplando con cierto arrobamiento el horizonte lejano, las colinas de la izquierda y los charcos de la derecha, habló así: Estoy asombrado, porque nunca he visto dos cosas que tanto se parezcan como este país a otro muy distante donde me encontraba hace tres años a esta misma hora, en la madrugada del 2 de diciembre. ¿Es mi imaginación la que me reproduce las formas de aquel célebre lugar, o por arte milagroso nos encontramos en él?
Bien parece un gallardo caballero, a los ojos de su rey, en la mitad de una gran plaza, dar una lanzada con felice suceso a un bravo toro; bien parece un caballero, armado de resplandecientes armas, pasar la tela en alegres justas delante de las damas, y bien parecen todos aquellos caballeros que en ejercicios militares, o que lo parezcan, entretienen y alegran, y, si se puede decir, honran las cortes de sus príncipes; pero sobre todos éstos parece mejor un caballero andante, que por los desiertos, por las soledades, por las encrucijadas, por las selvas y por los montes anda buscando peligrosas aventuras, con intención de darles dichosa y bien afortunada cima, sólo por alcanzar gloriosa fama y duradera.
Demas de esto será conveniente asegurarse de las cosas por muchos sentidos á un tiempo; así aunque al tacto parezcan dos las bolitas de cera, la vista muestra que no es mas de una; y aunque parezca á la vista torcido el palo que está dentro del agua, el tacto manifiesta la equivocacion de la vista.
Y cuando ya los dos se estaban alarmando, por aquella quietud momificada de su huésped, éste dió un respingo en la silla y dijo, con la voz entera y sonora. Perdone un momento, don Juan; me van ustedes a permitir unas preguntas, y aunque les parezcan extrañas han de responderme sin hacer comentarios, ¿no?
Cosas son esas, señora, respondió Florela, que vuestro grande amor por ese caballero os pinta con el falaz color de los celos, que hace que parezcan ciertas cosas que ni aun en sueños verdad han sido, ni pudieran serlo; que mi alma tengo yo en mi almario, y aunque yo conozca bien cuánta es la primacía que sobre mí os han dado naturaleza y fortuna, aun todavía no he quedado yo para segundo servicio, o relieve de sobremesa, que en Dios y en mi ánima, que cada cual tiene en este mundo lo que le hace falta, a más de aquello, que nunca falta un roto para un descosido; y sosegaos, señora, y en la lealtad fiad de vuestra Florela, y vamos a lo que importa, y dejadme hacer, que Dios será servido que todo llegue a felice término.
Acérquese usted, granuja, arrime usted una silla y venga usted a pedir perdón a Elena de haberla escandalizado hace un momento. Elena nada había hablado a la condesa de las opiniones de Núñez. Siento mucho que no le parezcan bien y si hubiera sabido su disconformidad me guardaría de emitirlas. Debiera usted suponerlo, malvado, porque Elena adora a su marido. Volvemos a lo mismo, condesa.
Palabra del Dia
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