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Actualizado: 20 de julio de 2025
Antes que el hilo de mi triste vida corte la Parca inexorable, quiero decirte, bella Inés, que por ti muero de lanza de desdén el alma herida. De mi oculta pasión la no extinguida llama consume con ardor tan fiero esta materia vil, que ansío y espero verla pronto en ceniza convertida. Y cual vuela hacia ti mi pensamiento, irá hacia ti mi espíritu volando, libre ya de dolor, con ansia loca,
Agarrándose de las paredes pudo, a las diez de la noche, volver a su taller, cogió pedernal, eslabón y pajuela, y encendiendo una vela de sebo se arrojó vestido sobre la cama. A medianoche despertó. La mortecina luz despedía un extraño reflejo sobre el esqueleto colocado a los pies del lecho. La guadaña de la Parca parecía levantada sobre Baltasar.
Veíase, en primer término, una voluminosa cómoda, compuesta de seis enormes gavetas con sus labores de talla junto á las cerraduras, y algunas incrustaciones un poco carcomidas; encima un mueble decorativo bastante viejo, que representaba una figura de Parca con una de las manos alzada en actitud de sostener algo; pero en lugar del reloj que en otro tiempo cargaba, sostenía en tiempo de Clara una caja forrada en papeles de color, la cual debía guardar utensilios de labor femenina.
Eso demuestra, que siendo exorbitantes las rentas reales, siendo parca nuestra mesa y pocos nuestros trenes y nuestros vestidos, las rentas reales son robadas. ¡Robadas, robadas! esto es demasiado grave. Yo no creo que un caballero tal como el duque... ¿Si te doy una prueba de que el duque vende los oficios miserablemente?...
¡Qué suerte tan infausta te dio la Providencia! la esperanza nacida en tu pura conciencia, de la implacable parca, cayó bajo el rigor, y el ser idolatrado de tu sueño divino, se fué por el sendero que le trazó el Destino ¡y te has quedado sola con tu infinito amor! ¡Ah!
Una especie de chambra de cortas y anchas mangas, el relicario, un rosario y el pañuelo completan el traje. La superfluidad en el vestir es muy parca en Marianas; allí el lujo y la moda son divinidades á las cuales ni se les rinde culto, ni se les queman inciensos, circunscribiéndose tanto el hombre como la mujer á usar prendas tan sencillas como escasas en número.
He dejado abandonados a todos mis enfermos para pensar en uno solo. »En esos días, el rey me ha enviado a buscar dos veces, participándome que estaba indispuesto y que necesitaba de mis servicios. Yo he respondido a su mensajero: » Diga usted al rey que mi hija se está muriendo. »Gracias a Dios, está ya un poco mejor. Hora era de que la Parca comenzara ya a cansarse.
Y Trifón corría, se encerraba con su elegía y continuaba escribiendo: ¡Duda fatal, incertidumbre impía!... Parada en el umbral, la Parca fiera ni ceja ni adelanta en su porfía; como sombra de horror, calla y espera... Pasaban algunas horas, volvía a presentarse Trifón en casa del moribundo; con voz meliflua y tenue decía: ¿Cómo sigue don Pompeyo? Algo recargado le contestaban.
No había ejemplo de que ninguna hembra vasca, por alta que fuese su posición social, se negase á este honor. Aresti había visto á señoras de la rancia nobleza admitiendo el aurresku con campesinos y marineros. Era una danza ceremoniosa y parca en los contactos; el hombre y la mujer apenas si en las diversas figuras se tocaban las puntas de los dedos.
Eso que usted dice de la aurora que con sus dedos rosados abre las puertas del firmamento, es ya una alegoría, o lo que es igual, una metáfora continuada... ¿A que no sabe usted qué figura comete cuando dice al terminar la composición? ¡Triste suerte, cruel, parca inhumana sumió a mi alma en duelo y amargura!» Efectivamente, no lo sabía.
Palabra del Dia
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