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Actualizado: 22 de mayo de 2025
En seguida, púsose lívido el rostro de Juanita... la puerta acababa de abrirse y Carlos apareció. Juanita, sin dirigirle un reproche, tendió hacia él sus manos, como en señal de perdón. Carlos se precipitó a estrechar aquellas manos, que cubrió de lágrimas y besos. ¿Por qué lloras, Carlos? le dijo; soy muy dichosa... ¡Te vuelvo a ver!
Pero Nélida no se dignó responder, y bebiendo el resto de su taza púsose de pie, encendiendo otro cigarrillo. El grupo de fieles se levantó tras ella. Iban a pasear por la cubierta hasta la hora del baile. Salieron en tropel, y el hermano quiso reunirse con su madre, pero ésta se indignó: Anda vos con Nélida, grandísimo zonzo. ¿A qué venís acá?... No la perdás de vista.
Lo ignoraba, nunca me había dado cuenta de lo que podía suceder en mi corazón. Sólo mis amigos eran capaces de consolarme, y fui en su busca. »Amigos míos les dije llorando; aconséjenme, sálvenme, me quieren casar. »Teobaldo se estremeció; luego le vi levantar los ojos al cielo y brillar en ellos una lágrima. »Carlos púsose pálido como la muerte, y nada me contestó.
Estuvo Torquemada el Peor, los primeros días de su viudez, sin saber lo que le pasaba, dudando que pudiera sobrevivir á su cara mitad. Púsose más amarillo de lo que comunmente estaba, y le salieron algunas canas en el pelo y en la perilla.
Maxi se quedó más tiempo en la cama, hartándose de sueño, aquel reparo que su desmedrada constitución reclamaba. Púsose Fortunata a arreglar la casa y mandó a Patricia a la compra, cuando he aquí que entra doña Lupe toda descompuesta: «¿No sabes lo que pasa? Pues una friolera. Déjame sentar que vengo sofocadísima. Vaya que dan que hacer mis dichosos sobrinos. Anoche han puesto preso a Juan Pablo.
Cuando desapareció, el artista, cuyo carácter era firme cual la roca, enjugó, sin embargo, una lágrima. Después se levantó, tomó su paleta y púsose a pintar. Al día siguiente experimentó la sorpresa de ver a Calvat entrar en el taller. ¿Cómo te atreves a presentarte en mi casa? le preguntó con amenazadora gravedad.
Eponina quiso que esta se los pusiera para ver el efecto. ¡Ave María Purísima!... Púsose el primero; estaba encantadora. Púsose el segundo. ¡Oh, arrebataba! El tercero..., ¡Cristo!, el tercero caía tan bien a su cuerpo y figura, que sólo la idea de tener que quitárselo le daba escalofríos.
Pues nada... Empeñada en saber quién estaba en el palco de arriba... Y todo porque el otro no hacía más que mirar para allá poniendo varas. Al decir esto, Leopoldina cogió a Carmen Tagle sus gemelos de nácar y púsose a mirar hacia el palco que tanto inquietaba a Currita.
Púsose en camino segunda vez por Septiembre, y llovió tanto, que anegadas las campañas de los Cucarates, apenas pudo llegar al término de su viaje.
Al caer en la cuenta de lo tarde que era, púsose precipitadamente el manto, y se despidió del Pituso, a quien dio muchos besos. «¡Qué fuerte te da, hija!» le dijo su hermana sonriendo. Y razón tenía hasta cierto punto, porque a Jacinta le faltaba poco para echarse a llorar. Y Barbarita, ¿qué había hecho en la mañana de aquel día 24? Veámoslo.
Palabra del Dia
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