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Pues señor dijo para el cocinero mayor, deteniéndose de repente , ello es preciso. Y luego dijo alto: ¡Luisa! ¿Qué quieres? contestó la joven. Tengo que hablarte á solas de un asunto muy importante. Púsose levemente pálida Luisa. Vete Inés, hija mía dijo á la niña. Inesita se levantó, miró con cuidado á su padre, y dijo para saliendo: Me quedaré tras de la puerta, y escucharé lo que hablen.

Doña Cristina púsose de pie con nervioso impulso. Había escuchado las explicaciones sobre la moral, para ella confusas, guardando cierta calma, á pesar de que adivinaba ataques al cielo y á Dios. Pero esto de ahora iba contra Jesús; y la indignaba, más aún que si hubiesen negado su existencia, aquello de llamarle poeta. ¡El hijo de Dios un poeta!

Púsose de centinela en la calle del Bastero, y cinco minutos después vio a la fundadora entrar en la casa. «Han de subir por la calle de Toledo pensó ; desde allí las veré sin que me vean. Siguió a la calle de Toledo, poniéndose en acecho en la acera de enfrente, junto a la puerta de una taberna.

Púsose á escuchar sobresaltado y oyó pasos cautelosos que se alejaban de su puerta y continuaban escalera arriba. Poco después resonó algo como un grito ahogado, como un lamento de agonía y cuando Roger se disponía á saltar del lecho, dirigió la vista á la ventana y quedó casi paralizado de terror.

Pensó entonces que no hay situación en la existencia que resista a un esfuerzo superior de filosofía y, olvidando la circunstancia y la hora, púsose a contemplar a aquel hombre de obscuro entendimiento que, había logrado fácilmente los altos honores, hasta ser uno de los más influyentes personajes de la comuna, tenido en gran predicamento por el Rey.

Adolfo, que fuera educado en la abundancia y la holgazanería, tomó sobre las deudas de su padre, púsose a trabajar empeñosamente, y casó con una niña modesta y bella... Pero estaba escrito que el destino probaría la paciencia de aquella familia. Al nacer el que sería primogénito de Adolfo, murió la madre y murió el chico...

Y sin acordarse más del Toisón de Oro, púsose á rezar, como todos los días, sus oraciones de la mañana. Y á medida que rezaba, parecíale que todos los Gilitos pobres y desvalidos del reino se agrupaban en torno suyo, alzando también á Dios sus manitas, y que él decía, llevando, como hermano mayor, la voz de todos: ¡Padre nuestro, que estás en los cielos!...

Aquí interrumpió la disputa el marqués de Villamelón, que entraba restaurado ya por completo de sus desperfectos de la mañana. Al verle Diógenes, cogió prontamente un periódico y púsose a leer junto a la chimenea, en el lado opuesto.

Púsose a mascullar nerviosamente el cigarro y a azotar con el látigo las florecillas, cuyas tiernas hojas se desparramaban por el suelo desgarradas y marchitas. Juana, mientras tanto, lloraba bajito y profería hondos sollozos que agitaban sus hombros.

Púsose el bufón una caperuza, envolvióse en una capilla, salió de su aposento con Montiño y cerró la puerta con llave, murmurando: Ahí te quedas, terrible secreto; , aposento miserable del bufón, no hablarás, como tampoco hablará la tumba del paje. Vamos, Montiño, vamos; ¿pero á dónde vais? A las cocinas. ¿Queréis que cuando me veo arruinado, abandone el único recurso que me queda?