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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Y lo que yo tenía a la vista era una especie de caja de madera blanca apoyada en soportes de hierro tan poco elevados que, hablando en puridad, se hubiera podido prescindir de peldaños para entrar en ella. Pero un púlpito sin escalera no se ha visto nunca; así es que para salvaguardar el honor se había logrado colocar dos gradas, de quince centímetros de alto cada una.
En cierto pueblecito, por ejemplo, donde años ha solía yo ir de temporada, no hay sermón de Cuaresma ni de Semana Santa que agrade o que conmueva, aun siendo elocuentísimo y sentido, si no se pronuncia con un tonillo singular que los predicadores suelen aprender, si ya no lo saben, antes de subir al púlpito.
No tiene aspecto muy sólido, pero sin embargo es bastante bueno. He realizado el sueño de mi vida. Nunca se debe desesperar de nada, hijita, nunca. Mirábalo yo, un tanto desconcertada, porque no podía negarme que mi imaginación me había representado un púlpito, como algo de grande y monumental.
Pero en el confesonario se desacreditó antes que en el púlpito. ¡Era tan soso! Y tenía la manga muy estrecha y sin gracia. Preguntaba poco y mal. Hablaba mucho y a todas les decía casi lo mismo. Además, era demasiado madrugador y ni siquiera guardaba consideraciones a las señoras delicadas. Se ponía en el confesonario al ser de día. Se le fue dejando poco a poco.
En los pueblos, cada púlpito era una tribuna; cada sacerdote, un orador que, poseído de santa indignación, se olvidaba de alabar a Dios por señalar a sus enemigos con el dedo; recordábanse en las tertulias hazañas de la otra guerra, narradas con carácter de leyenda, y de continuo atravesaban el país viajeros que, deteniéndose a guisa de emisarios en los caseríos, repetían palabras que eran consignas, o frases de esperanza en el alzamiento, ya cercano.
Tienen encima impresas unas letras dijo Dolly . Yo no sé leerlas y nadie, ni aun el señor Macey sabe exactamente lo que quieren decir; pero tienen un buen significado, puesto que son las mismas que se ven en el tapiz del púlpito, en la iglesia. ¿Qué letras son, Aarón, hijo mío? Aarón se escondió completamente detrás de su trinchera.
Aresti vió todo el resto del monasterio: el refectorio, con su púlpito para la lectura; la capilla, en la que hacían los hombres sus ejercicios espirituales, colocando los Padres á la puerta una bandeja para que los jóvenes depositasen en un papel cerrado sus peticiones á la Virgen; la cocina, donde los hermanos guisanderos le explicaron los tres platos sólidos que correspondían á los individuos en cada comida: el salón acristalado, en el cual fumaban sacerdotes y seglares un cigarrillo único, pues en el resto del monasterio, aunque el fumar no estaba prohibido, era mal visto por los superiores.
El señor comisario se hincó de rodillas en el púlpito y, puestas las manos y mirando al cielo, dijo ansí: "Señor Dios, a quien ninguna cosa es escondida, antes todas manifiestas, y a quien nada es imposible, antes todo posible, tú sabes la verdad y cuán injustamente yo soy afrentado. En lo que a mí toca, yo lo perdono porque tú, Señor, me perdones.
A los tres días, Pepe, leyendo un periódico, dio con el siguiente suelto: «El púlpito sigue convertido en tribuna por los enemigos de las instituciones liberales. Hemos oído asegurar que en una de las principales iglesias de Madrid se ha pronunciado anteayer un violento sermón, una verdadera excitación a la guerra civil.
Tal era la posición que el ministro ocupaba, cuando inclinó la cabeza sobre el borde del púlpito al terminar su discurso. Entre tanto, Ester Prynne permanecía al pie del tablado de la picota con la letra escarlata abrasando aún su corazón. Oyéronse de nuevo los sones de la música y el paso mesurado de la escolta militar que salía por la puerta de la iglesia.
Palabra del Dia
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