Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 13 de mayo de 2025
La Condesa de Astorgüela, deseosa de proteger a Tirso, o acaso con ulteriores miras, hizo que las Hijas de la Salve le emplearan, confiándole en compañía de otros sacerdotes la misión de dirigir las prácticas piadosas y explicar la doctrina a las hermanas que formaban la Limosna de la luz. ¿A quién podían elegir sino al ministro de Dios que recientemente dio en el púlpito tan brava muestra de fervoroso celo?
Tenía aventajado talento de púlpito el Padre Joseph, y por esto se le había encargado predicase sobre las virtudes de su grande apóstol San Francisco Xavier á un lucido y numeroso auditorio en la ciudad de Córdoba, en el día de la fiesta del santo, que aquí se guarda de precepto; mas el Padre, á quien resultaba no poca honra de aquella función, la quiso convertir toda en provecho propio; por tanto, subiendo al púlpito; se volvió al Ilmo.
Las columnas de la nave central, el hermoso y delicado púlpito, las preciosas pinturas en vidrio de las enormes ventanas, y otras obras de arte, y mas que todo el complicado y admirable mecanismo del reloj astronómico de Schwilgué, construido hace veinte años, y tan afamado en el mundo, le ofrecen al curioso amante de la belleza bajo todas las formas asunto para largas horas y aun dias de contemplacion deliciosa.
A un sacristán se le ocurrió abrir el cancel de la puerta de par en par y una multitud inquieta y estrepitosa, que no había madrugado a rezar la novena, fue penetrando en la vasta nave a escuchar la palabra del misionero que en aquel momento subía al púlpito con ademán recogido y fervoroso.
A la reunión de las señoras habían de asistir como directores é inspiradores el Padre Paulí, un jesuíta batallador, que estaba de moda en el púlpito y el confesonario, y Fermín Urquiola, que era su hombre de acción, «mi brazo derecho», según decía aquel tribuno de la Compañía.
A la mañana siguiente se encontró curada de su melancolía y muy confiada en la infinita misericordia de Dios.» Los fieles se apretaron más en torno del púlpito para escuchar el ejemplo y gustaron con deleite su sabor novelesco. La novena terminó con una oración en latín. La muchedumbre rezó un Avemaría y un Credo. El clérigo bajó de la tribuna. Hubo fuerte y prolongado rumor en la iglesia.
Ana vio aparecer en el púlpito de la izquierda del altar la figura de Glocester, siempre torcida pero arrogante: la rica casulla de tela briscada despedía rayos herida por la luz de los ciriales que acompañaban al canónigo.
Volvió el excusador a cantar otra letra y tornaron las mujerucas a responderle con el mismo estribillo: y así por varias veces. Terminado el canto, bajó D. José del púlpito y se hincó de rodillas ante el altar de San Rafael para pedirle que le inspirase el sermón que tenía escrito y aprendido hacía más de quince días. Reinó grave silencio en la iglesia.
Otra, finalmente, despertaba sonidos profundos y solemnes, como los del cañón, para pedir oraciones a los hombres y clemencia al cielo por el pecador difunto. Stein se sentó en el primer escalón de las gradillas del púlpito sostenido por un águila de mármol negro. Fray Gabriel se hincó de rodillas en las gradas de mármol del altar mayor.
Y fray Anselmo subió al púlpito, desde el cual proclamó, con su calurosa palabra de vidente, la necesidad de extirpar en España hasta las últimas raíces de herejía, si se deseaba salvar el reino... Tan extraña y arrebatadora fue su elocuencia, que todos lloraron.
Palabra del Dia
Otros Mirando