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Los papúes comienzan, para construir esos edificios, por hincar firmemente en el suelo, a guisa de horcones, gruesas cañas de bambú de cuarenta o más pies de largo fuera de tierra, que han de ser los soportes de toda la máquina, las cuales, para que no se cimbreen y conserven siempre entre iguales distancias, van ligadas unas con otras con fibras de rotang y con lianas.

Creo que, en un futuro próximo, el uso de soportes lingüísticos en el internet seguirá creciendo al mismo tiempo que otras actividades relacionadas con la tecnología, por ejemplo el uso de CD-ROM para instituciones escolares que no tienen suficientes computadoras conectadas al internet.

La democracia y la ciencia son, en efecto, los dos insustituíbles soportes sobre los que nuestra civilización descansa, o, expresándolo con una frase de Bourget, las dos «obreras» de nuestros destinos futuros. «En ellas somos, vivimos, nos movemos». Siendo, pues, insensato pensar, como Renán, en obtener una consagración más positiva de todas las superioridades morales, la realidad de una razonada jerarquía, el dominio eficiente de las altas dotes de la inteligencia y de la voluntad, por la destrucción de la igualdad democrática, sólo cabe pensar en la educación de la democracia y su reforma.

Y lo que yo tenía a la vista era una especie de caja de madera blanca apoyada en soportes de hierro tan poco elevados que, hablando en puridad, se hubiera podido prescindir de peldaños para entrar en ella. Pero un púlpito sin escalera no se ha visto nunca; así es que para salvaguardar el honor se había logrado colocar dos gradas, de quince centímetros de alto cada una.

Otros se dirigían hacia el Casino y sus terrazas, pasando entre las palmeras brasileñas, de lisos y huecos fustes forrados de piel de elefante; entre los cactos sostenidos por soportes de hierro formando madejas de reptiles verdes erizados de púas; entre los nopales, altos como árboles; entre las higueras del Himalaya, con el cuerpo de torre y una copa inmensa que parecía hecha para proteger la inmóvil meditación de los fakires; entre todas las vegetaciones de la América tropical y la América templada, de la China, Australia, Abisinia y El Cabo.

La rueda grande permanece suspendida de través entre los dos soportes podridos. Las paletas han desaparecido; sólo los rayos se alzan todavía en el aire, como brazos que se tienden hacia el cielo para implorar el golpe de gracia. El musgo y las algas lo han cubierto todo con un manto de verdor a través del cual el berro muestra sus hojas redondas, de palidez enfermiza.