Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 15 de junio de 2025


Ulises se arrojó sobre ella como si fuese á matarla, la oprimió en sus brazos, y los dos, hechos un solo cuerpo, cayeron sobre el banco, jadeando, luchando. La sombra se rasgó con el blanco relampagueo de un oleaje de ropas interiores removidas. Pero esto sólo duró un instante. El vigoroso Ferragut, temblando de emoción y de deseo, sólo disponía de la mitad de sus fuerzas.

Quise lanzar un grito, pero el miedo que Roberto me inspiraba me oprimió la garganta; sólo un suspiro se escapó de mi pecho, y lo contuve por fuerza, al ver que su mirada inquieta se fijaba en mis ojos. No te preocupes de dije violentándome para sonreír. ¡Con tal de que ella siga mejor!

Una niña de diez o doce años había dejado su rueca para tapar las piernas del enfermo con un trozo de alfombra vieja que le servía de manta. Dos o tres niños indiferentes a aquel espectáculo, jugaban sobre el umbral de la puerta a los rayos del sol poniente, con una alegría tan llena de franqueza y de despreocupación, que se me oprimió el corazón.

No nevaba entonces, pero se me oprimió el espíritu al ver el aspecto ceñudo y amenazador que presentaba el cielo; y, sin embargo, sentí cierta mortificación del amor propio por no haberse contado conmigo para formar parte de aquella denodada legión, ¡como si no hubiera sido yo un verdadero y continuo estorbo en ella!

Orgulloso, intolerante, destituyó de sus destinos á los árabes y te sujetó por completo al dominio de sus soldados. Ejerció sobre una tiranía insoportable: te injurió, te oprimió, arrojó con desden sobre tu frente los restos de tu antiguo imperio.

Cuando la campana sonó, Lidia le tendió la mano y se dispuso a subir. Nébel la oprimió, y quedó un largo rato sin soltarla, mirándola. Luego, avanzando, recogió a Lidia de la cintura y la besó hondamente en la boca. El tren partió. Inmóvil, Nébel siguió con la vista la ventanilla que se perdía. Pero Lidia no se asomó.

Ella ni aceleró ni acortó el paso; la insistencia casi descarada de don Juan no descompuso su tranquilo caminar de diosa vestida a la moderna; pero a la segunda vez que le sintió pasar a su lado, alzó el manguito en que llevaba metidas las manos, y se oprimió el velillo contra el rostro, como queriendo recatarse, lo cual avivó en el hombre la curiosidad y la sospecha.

Y el mundo fue ciego para todo lo exterior, reconcentrando su vista en el alma; y aborreció la materia como pecado vil, y oprimió los sentimientos más puros de la vida, haciendo de su amputación una virtud. El sol siguió brillando, pero pareció menos luminoso a la humanidad, como si entre ella y el astro se interpusiera un velo fúnebre.

¿Quién va? preguntaron de adentro ásperamente. Levantó el pestillo sin contestar, y entró. Gonzalo, que estaba en pie en medio de la estancia, se puso rojo como una brasa al ver a su tío. Este le oprimió fuertemente contra su pecho. Las lágrimas corrieron abundantes por las mejillas del joven. Nadie le había visto llorar en aquellas críticas circunstancias.

Con calma y despacio la examinó, le tomó el pulso, dió una mirada á sus ojos; mirada que le oprimió el corazón y la hizo estremecer, por serle tan familiar, y sin embargo tan extraña y fría, y finalmente, satisfecho de los resultados de su investigación, procedió á preparar otra poción.

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando