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Actualizado: 16 de junio de 2025


Cogiendo sólo flores, nunca su mano hermosa ha tocado del vicio la copa contagiosa, ningun lazo la arranca al amor y al hogar; en su clemencia olvida pasados extravíos... ignora qué son esos pensamientos impíos que pasan por el alma cual sombras por el mar.

La enfermedad y el deseo de paz le hicieron volver a España. Con el tiempo se había establecido cierta tolerancia para los emigrados. En España todo se olvida, y aunque la autoridad sea más feroz y menos escrupulosa que en otros pueblos, molesta poco, por la imprevisión y el descuido propios de la raza.

Gabriel, encerrado en aquel cuartucho, sin más oyente que el maestro de capilla, olvida la discreción que se había impuesto para conservar su existencia tranquila en la catedral. Podía hablar sin miedo en presencia del artista, y hablaba ardorosamente de los reyes españoles y de la tristeza que habían infiltrado en el país.

Obedece durante diez minutos, y de repente vuelve otra vez con el señor alcalde mayor. Dice que se olvida, Creánmelo ustedes. Le rompería la cabeza». ¡Y me quieres hacer creer que en el extranjero...! Pero Manolo... ¡Ah!, no, señora... esté usted segura de que si en Londres una criada se permitiera cantar, pronto la pondrían de patitas en la calle. Es que ni se les ocurre tal disparate.

Puesto que disentimos en ese punto, no hablemos más de ello; olvida mis palabras, y hazte cuenta que no te he dicho nada. » ¿Te has enojado, Amaury? repuso con viveza Magdalena. Perdóname si te he puesto de mal humor. ¿No sabes acaso que el amor filial es muy diferente del que se tiene al marido?

Le abandonaban como si fuese un trapo caído de la barca. ¡Dios mío! ¿Así se olvida a un hombre?... Pero no; tal vez le buscaban en aquel momento. Un barco corre mucho; por pronto que hubiesen subido a cubierta y arriado vela, ya estarían a más de una milla. Y acariciando esta ilusión, se hundía dulcemente como si tirasen de sus pesados zapatos.

Miró fijamente al herido y por fin exclamó con acento que revelaba su profundo regocijo: ¡Bertrán Duguesclín! El mismo que viste y calza, replicó el otro riéndose. Bien hice, á fe mía, en ocultar el rostro allá en Burdeos, pues quien lo ve una vez jamás lo olvida. Yo soy, señor de Morel, y aquí mi mano, que jamás estrechará otras manos inglesas que la vuestra y la de Chandos.

Se ve que este mozo del campo no cree en «la educación de una joven a la moderna», y arregla a palos los problemas de honor. La niña tiembla al pensar en la futura entrevista y en lo que pueda decir el hermanito, que la amenaza con sus revelaciones; por ella no llegaríamos nunca a Buenos Aires... Pero sus terrores pasan pronto: los olvida apenas se ve rodeada de hombres.

Se ha ido sin despedirse de Juan, y cuando éste fue a verla el otro día, se encontró con la puerta cerrá. Y ahí le tiene usté, triste como un cabayo enfermo, y anda con los amigos con cara de entierro, y bebe pa alegrarse, y cuando vuelve a casa paece que le han dao cañaso. No; él no olvida a esa mujer.

Se sabía de memoria la comedia Flor de un día y su segunda parte Espinas de una flor. Nunca le fue posible recitar aquellos famosos versos: «Si oyes contar de un náufrago la historia, ya que en la tierra hasta el amor se olvida, etcsin hacer pucheritos y que la voz se anudase en la garganta.

Palabra del Dia

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