Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 6 de mayo de 2025
Al otro día, aunque no era domingo, se afeitó como si lo fuese, se puso otro pantalón, metió en los dedos todas sus sortijas, y después de tomar el chocolate en compañía del excusador y de ofrecerle un cigarro puro, generosidad que sorprendió mucho al clérigo, fue a su cuarto a arreglar un poco el cabello, y al instante salió de casa y tomó el camino del Molino con los ojuelos chispeando, seco el gaznate y los labios trémulos.
Algunos, que eran de crecida estatura y traídos del interior de Africa, y que iban ataviados de sus capellares, marlotas y turbantes, podrían equivocarse por sus carillas revejidas, sus ojuelos hundidos y otros accidentes, con algunos de los viejos dignatarios de la corte.
Hundía los brazos hasta los codos en los enormes bolsillos de sus mugrientos pantalones, y asomaban entre sus gruesos amoratados labios las húmedas y requemadas hebras de una punta de cigarro, que destilaba, por la barbilla abajo, un regato de negruzca saliva, y, en tanto, fijaba el tal, con expresión estúpida, sus ojuelos verdes en los recién llegados.
Al orden de los heurópteros pertenece el Termes Monocerus, denominado también Anay ú hormiga blanca, que es un insecto notable, en cuya parte alta lleva tres ojuelos, hallándose armado de durísimos dientes en forma de tenazas, con los cuales destruye en pocos instantes maderas, ropas, papeles, libros, etc. La única madera que no ataca es el molave por su amargor y dureza extremada.
Y la verdad es que el pobre hombre estaba tan engolfado con todos sus atavíos de caza, tan distraído contemplándose de arriba abajo, que cuando se echó al hombro la escopeta nos encontrábamos ya fuera de su alcance. ¡Ah! ¡Si cuando los cazadores creen estar solos en un rincón de un bosque, supieran cuántos ojuelos fijos les miran desde los matorrales, cuántos piquitos puntiagudos contienen la risa al ver su torpeza!...
El cleriguillo había perdido su amabilidad; sus ojuelos expresaban el mayor despecho; su labio inferior, masa informe y pendiente, le temblaba por la rabia de la contrariedad y del desengaño. ¿Está lejos esa calle, señor? ¿Está lejos? El cura miró á Clara con desdén, hizo un gesto despreciativo, y entró diciendo: Sí, chica: está lejos, muy lejos.
A ver, a ver interrumpió el pobre hombre acercando más su silla a la mía, mientras se pintaba en sus ojuelos chispeantes la curiosidad que le devoraba. No crea usted que se trata de una cosa del otro jueves añadí sonriéndome. Sea del otro jueves o del otro sábado, ¡venga esa cosa por derecho y sin envoltorios, hombre! me respondió con un brío inconcebible en su extenuación cadavérica.
Detrás de los cristales brillaban unos ojuelos inquietos, muy negros y muy redondos. Terciaba el manteo a lo estudiante, solía poner los brazos en jarras, y si la conversación era de asunto teológico o canónico, extendía la mano derecha y formaba un anteojo con el dedo pulgar y el índice.
A ver si llueve antes de la vendimia replica un tercero y la uva reverdece. Y todos vuelven a callar. Cierra la noche; un viento ligero mece las palmeras que destacan en el cielo fuliginoso. Un viejo mira hacia Poniente. Este viejo está completamente afeitado, como todos; sus ojuelos son grises, blandos; en su cara afilada, los labios aparecen sumidos y le prestan un gesto de bondad picaresca.
La aventura, ridícula y todo, la había rejuvenecido, había encendido chispas en sus ojuelos, y «¡ea! venía con afán de abrazar ella también». Abrazó a la Regenta, se la comió a besos... y después de contarla el paso de comedia del mozo de cordel, gritó de repente: A propósito, ¿no te ha contado Víctor lo de Álvaro? Visita tenía cogida por las muñecas a su amiga.
Palabra del Dia
Otros Mirando