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Actualizado: 14 de julio de 2025


La habitación del Duque seguía cerrada y obscura, pero en la ventana de Antonieta se veía el reflejo de la luz que brillaba en su cuarto. Entonces el leve rumor, apenas perceptible. Provenía del otro lado de la puerta que daba paso al puente, y no tardé en oír también el ruido de una llave cuidadosamente introducida en la cerradura. ¿Qué puerta era aquélla?

De lo que sucedió en aquellos tres días siguientes ninguna fe daré, porque los tuve en el vientre de la ballena; mas de cómo esto que he contado , después que en torné, decir a mi amo, el cual a cuantos allí venían lo contaba por extenso.

Ahora dijo en voz bajita y temblorosa dame un beso y escápate de prisa. Al mismo tiempo me presentaba su cándida y rosada mejilla. Yo la tomé entre las manos y la apliqué un beso... dos... tres... cuatro... todos los que pude hasta que rechinar la llave. Y me alejé á paso largo. Dejó de hablar D. Ramón. ¿Y después, qué sucedió? le pregunté con vivo interés. ¿Sin ver á Teresa? Sin ver á Teresa.

Desistí en seguida; aquella prueba me bastaba para convencerme de que el tubo no estaba sólidamente adherido al muro por su parte superior. Entonces una voz brusca, que decía: Y ahora, si Vuestra Majestad no desea mi compañía por más largo tiempo, le dejaré descansar.

Me deslicé por la escalera arriba ya tarde. Tengo las llaves, y abrí; entré y me escondí en mi cuarto. Aun no habían vuelto ellas de la tertulia donde van todas las noches; donde va también el hombre que me mata. Las llegar, las reír, celebrando los chistes de ese hombre.

Y sírvale a usted de gobierno, por lo que pueda importarle. »No lo que me dijo en demostración de su contento, porque mientras un criado que había acudido a mi llamada le entregaba en el vestíbulo el sombrero y el bastón, yo buscaba, retrocediendo por el estrado, el camino del gabinete de mi madre, para darla cuenta del definitivo resultado de mis planes.

¡Matásteis por un hombre!... exclamó Dorotea ¡algún desdichado padre de familia! No quién era... ni aun hablar á nadie de aquella muerte... el tiempo ha pasado... pero aquella sangre... aquella sangre está cada día más negra é indeleble en mi conciencia. ¡Dicen que estoy loco! es verdad... ¡loco! y es muy razonable que yo esté loco... porque he sufrido mucho... mucho...

El movimiento que hice fue tan rápido, tan imprevisto, añadió tanto ardor a mi acento, de por muy decisivo ya, que Magdalena sintió que él llegaba a su corazón y lo conmovía y palideció. yo en lo más hondo de su pecho como una dolorosa exclamación angustiosa que expiró en sus labios.

Al acercarme no ningún grito de alegría. Todo estaba silencioso, todo estaba como muerto... En el comedor encontré a mamá sola. Tenía las manos juntas y exhalaba profundos suspiros, mientras gruesas lágrimas rodaban hasta su blanca papada. Es el efecto de la emoción pensé al sentarme frente a ella. ¿Dónde estabas, Olga? dijo, enjugándose esta vez tranquilamente los ojos.

el látigo del postillón, anunciándome que un coche acababa de llegar; entreabrí las cortinas, y cuando el polvo se hubo disipado, vi una silla de postas inglesa del gusto más exquisito. ¡Pero cómo se harán ustedes cargo de mi sorpresa y del temblor que se apoderó de , cuando reconocí a Carlos al lado de una señora joven y extremadamente bella!

Palabra del Dia

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