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Actualizado: 21 de junio de 2025
Si la ofensa que tan sin voluntad os he hecho, señora de mi alma, no podéis perdonarme, y tal y tan sañosa es la ira que contra mí sentís que mi vida os enoja, y saciar con mi sangre queréis la sed de vuestra rabia, herid en buen hora, no tardéis; atravesad este corazón que sólo por vos late y que sólo por vos existe.
7 La verdad en el engaño, de D. Juan Vélez, D. Jerónimo Cáncer y D. Antonio Martínez. 8 También da Amor libertad, de D. Antonio Martínez. 9 Amor hace hablar los mudos, de Villaviciosa, Matos y Zavaleta. 10 La ofensa y la venganza en el retrato, de D. Juan Antonio Moxica. 11 No hay cosa como el callar, de D. Pedro Calderón.
¿Otro consejito, Simón? ¡Dios me libre de la tentación de cometer ese nuevo pecado! Sólo que pensaba yo que en ese punto, bien cabía, sin ofensa de los respetos que debo, una indicación... Y ¿cuál es? Que sería más de sentir que el dinero perdido por Vuecencia, como socio del banquero en determinados casos, el que pudiera perder en la misma compañía, de muy distinta manera.
Traidor, cruel, vengativo y embustero, ¿qué deservicios te había hecho este triste, que con tanta llaneza te descubrió los secretos y contentos de su corazón? ¿Qué ofensa te hice? ¿Qué palabras te dije, o qué consejos te di, que no fuesen todos encaminados a acrecentar tu honra y tu provecho?
A estos daños vive sujeto el Capitan que sirve á Príncipes tiranos ó pequeños, en quien siempre la sospecha y recelos tienen el primer lugar en sus consejos. Dichoso el que obedece y sirve á grande y poderoso Monarca, en cuya grandeza no puede caber ofensa nacida del aumento de su vasallo.
No estaba mal aplicado el calificativo; pero el cariño ciego, que le hacía adorar a su madre, rebelábase ante tal ofensa; le conmovía hasta el punto de que sus ojazos tranquilos y bondadosos se velasen con lagrimones de ira. Con movimientos de cabeza asentía a todas las afirmaciones de su madre.
Perla resentía la ofensa, y se vengaba con todo el odio de que puede suponerse capaz un pecho infantil.
Dió algunas vueltas por las calles principales, paseó por el parque de San Francisco y al cabo notó con sorpresa que estaba perfectamente tranquilo. Aquel amor no había sido más que un sueño. Pero si una señorita tan encopetada no podía amar á un rústico, también pensó que era hacerle una ofensa el sospechar que se avergonzaría de conocerle.
Es traidor Todo hombre que no respeta A su rey, y que habla mal De su persona en ausencia. Da, Tello, a Elvira la mano, Para que pagues la ofensa Con ser su esposo; y después Que te corten la cabeza, Podrá casarse con Sancho, Con la mitad de tu hacienda En dote. Y vos, Feliciana, Seréis dama de la Reina, En tanto que os doy marido Conforme a vuestra nobleza. NU
Por acaso se tocó don Andrés con la diestra, que tenía libre, en el bolsillo del chaquetón y notó con amargura los medios inútiles que en él traía: de conquista, de ofensa y de defensa. Traía allí un cartucho con veinticinco onzas peluconas de Fernando VI y de Carlos III, dignas hoy por su rareza de figurar en el más rico gabinete de numismática.
Palabra del Dia
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