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Actualizado: 27 de julio de 2025
¿Os ofende? Me estáis enamorando. ¿Y hago mal suponiendo que eso sea? Eso lo sabréis vos. ¡Cómo! ¿que yo sabré si hago mal en enamoraros? Sí, porque vos sabréis con cuánta lealtad, con cuánta razón podéis enamorar á una mujer á quien hace media hora que conocéis. La soledad tiene la culpa... Llamaré compañía... No; más bien si os desagrada mi atrevimiento, me iré yo.
Usted entonces se ha interpuesto en mi camino y me ha sacado de él y me ha extraviado. Ahora me zahiere, me burla, me acusa de liviano y de fácil: y al zaherirme y burlarme se ofende a sí propia, suponiendo que mi falta me la hubiera hecho cometer otra mujer cualquiera. No quiero, cuando debo ser humilde, pecar de orgulloso defendiéndome.
El Príncipe se inclinaba hacia ella, como si estuviera ansioso por oír la respuesta, o por sugerírsela él mismo. Sí contestó con firmeza la joven. ¿Sabe usted repuso Ferpierre señalando al Príncipe que él aparenta no creer que usted me lo haya dicho? Comprendo el motivo que puede aconsejarle ocultar la verdad. Pero esto se llegaría a saber de todos modos, y, además, no me ofende.
De una vez para siempre, dame un nombre y no me lo cambies a tu capricho. Unas veces me llamas Krüger, y no me ofende que me compares con ese buen señor que se peleó con los ingleses... ¡Mala gente!
Para quien tu honor ofende Es sólo aquese instrumento. Don Gutierre viene también al palacio para pagar con su cabeza el delito cometido; pero las súplicas de Juan y de Beatriz dulcifican al cabo la cólera del Rey. Gutierre se casa con Beatriz, Don Alfonso la dota espléndidamente y hace caballero á Juan, modelo de lealtad y de nobleza.
Y puesto que el feroz Romano tiende El paso agora por tu fertil suelo, Y que te oprime aqui, y alli te ofende Con arrogante y ambicioso zelo, Tiempo vendrá, segun que ansi lo entiende El saber que á Proteo ha dado el cielo, Que esos Romanos sean oprimidos Por los que agora tienen abatidos.
Este don Lope, amigo Mercado, es el más valiente hombre del mundo, capaz de dar el último maravedí, como la última estocada, si aquél le obliga u éste le ofende. Y te digo esto para que moderes esa curiosa picazón que leo en tus ojos y que quisiera penetrar e insinuarse por los poros y resquicios de este cerrado billete; bien así como si fueses pegajosa humedad que todo lo traspasa.
Pero en países dominados por una raza extranjera, el acto de severidad más justo se interpreta por injusticia y opresión, por aquello de que lo dicta una persona extraña que no tiene simpatías ó que es enemigo del país; y la ofensa no sólo ofende al ofendido, sino á toda su raza, porque no se suele considerar personal, y el resentimiento, naturalmente, se extiende á toda la raza gobernante y no muere con el ofensor.
Pues no os entiendo. Es muy claro: tengo que querellarme á vos de vos y por vos, porque don Felipe de Austria ofende al rey de España. ¿Qué ofendo yo al rey de España? ¿Es decir, que yo, á mí mismo?... pues lo entiendo menos.
En ningún oficio, menester ó profesión, se ofende menos á Dios y al prójimo y se causan menos daños á la república que escribiendo versos flojos y llenos de ripios ó prosa desmazalada y tonta. Con las producciones del espíritu suele ocurrir lo contrario que con las producciones materiales.
Palabra del Dia
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