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Actualizado: 22 de mayo de 2025


No, hija mía; nada de eso basta á explicar mi predilección por Clarita. ¿Cómo que no basta? Sea V. franco. ¿No quiere V. y estima casi tanto á Lucía? Las comparaciones son odiosas, y las del cariño más. Supongamos, á pesar de todo, que estimo y quiero á Lucía casi tanto. Eso probaría sólo que Lucía vale casi tanto como Clara. Y que ambas están educadas con más esmero.

Puede decirse que la conflagración era general en el país, sin embargo de que Guirior había declarado en suspenso el cobro de las odiosas y exageradas contribuciones, mientras con mejor acuerdo volvía el monarca sobre sus pasos.

Aquella sangre, henchida de juventud, que discurría por sus venas azuladas, tiñendo de carmín las mejillas y latiendo poderosa en las sienes, tenía fuerza bastante para ahogar los negros fantasmas de la imaginación. Era el suyo un temperamento feliz que sólo muy tristes y odiosas circunstancias podían volver desgraciado.

Justo sería el panegírico que hace Gener de este singular ingenio si no quisiera realzarle con odiosas comparaciones, tildando de palabreros, confusos y difusos a los demás poetas de España, y suponiendo que deben la fama de que gozan a que viven en Madrid, y sin duda forman parte de una sociedad de elogios mutuos. Yo no puedo convenir con el Sr.

Y cuando un ser cuya razón empieza a desarrollarse bajo nuestra influencia es una niña, todo cuidado es poco, porque de la niña se hace la mujer, la madre de familia, y la madre de familia, mal que les pese a los que niegan toda participación a la mujer en el desarrollo social, es la que siembra el fruto que ha de coger la sociedad: formad buenas madres de familia, y habréis formado una generación llena de virtud, de entusiasmo, de valor, de abnegación, de amor patrio, de virilidad, de grandeza: los hijos son la madre: si la madre es buena, el hijo es bueno; pero si la madre ha dado a sus hijos el pernicioso ejemplo de las discordias domésticas, la falta de sufrimiento y de abnegación, el escándalo continuo, el repugnante espectáculo de preferencias odiosas respecto a este o al otro de sus hijos; si esos jóvenes corazones no han tenido ningún buen ejemplo que imitar; si sólo han debido a su madre un amor indiscreto y caprichoso, caricias exageradas, castigos inmotivados, se pervierten, se desnaturalizan embotando o perdiendo todos sus buenos instintos y constituyendo un ser artificial formado por una mala educación. ¡Oh! ¡Las madres! ¡Las madres!

En vez de consagrar monumentos á la memoria de la degradacion del noble y libre pueblo suizo, los ciudadanos de la Confederacion deberían hacer todo lo posible por condenar al olvido ese mercenarismo extravagante que desde hace tantos siglos ha hecho de la Suiza un semillero de soldados de las mas odiosas tiranías y de los mas corrompidos y corruptores gobiernos.

Yo, que siento viva y dolorosamente todo esto, también me he gastado, y siento debilitado mi afecto; creo que es únicamente contra los malos, pero aquellos a quienes yo condeno se justifican igualmente por la misma creencia. ¡Dios mío! devolvedme mi paz, haced que yo no me mezcle en nada de lo que no deba, y que me separe, en cuanto dependa de , de las iniquidades de este siglo que han de ser necesariamente odiosas a vuestros ojos.

Dejad que le aplique a la loca el castigo que merece su falsedad. Si tuviera tiempo, me parece que le haría sentir a esa tonta que no tiene derecho a reírse de nosotros. Pero comprended, Mathys; yo estaré junto a ella, y la condesa en su enojo se exaltará tanto contra como contra ella. Estoy cansada de estas escenas odiosas; si tengo que seguir soportándolas, prefiero huir de Orsdael.

Que le quede, pues, a este hombre, ya inútil para su patria, la gloria de haber representado la civilización europea en sus más nobles aspiraciones, y que sus adversarios cobren la suya de mostrar la barbarie americana en sus formas más odiosas y repugnantes; porque Rosas y Rivadavia son los dos extremos de la República Argentina, que se liga a los salvajes por la pampa y a la Europa por el Plata.

Aunque procurase todos los medios para alejar de tal idea, no podía menos de pensar muy a menudo que María jamás le había profesado un amor sincero y vehemente como el suyo; que había sido su novia por compromiso, por el influjo de las circunstancias especiales en que ambos se encontraban en Nieva; que tal vez ella se había engañado a misma, pensando quererle, pues si le hubiese amado realmente, nunca le hubiese venido la idea de meterse en conspiraciones ridículas ni mucho menos en proponerle odiosas traiciones; que María era una joven de mucho talento y gran imaginación, a propósito para brillar en el mundo o para acometer cualquier empresa religiosa o profana, con tal que fuese elevada, pero incapaz, tal vez por lo mismo, de la ternura de sentimientos, de la constancia, de la abnegación modesta y obscura que deben poseer las buenas esposas y madres.

Palabra del Dia

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