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Tales entrañas de caridad experimentamos también nosotros cuando le gozamos en el oficio de Provincial; era muy liberal, humano y afable con sus súbditos, guardando con ellos la gravedad precisamente necesaria para ser obedecido; y todos, no solamente le amaban por su agradable trato, por el candor de sus inocentes costumbres y por una singular é inseparable sinceridad, con que tenía el corazón en los labios, y el alma patente en el rostro, mas también le reverenciaban como á Santo; de que dieron muy claras muestras, cuando asaltado de una lenta calentura, con otras enfermedades poco á poco le condujo al término de sus días.

Comenzó a dar órdenes a los otros padrinos, que lo seguían como los neófitos siguen al gran sacerdote de un culto nuevo. «¡Que se retirasen los automóviles un poco más allá de la cascada! No convenía que los conductores presenciasen el acto.» Y Maltrana fue obedecido.

Los trajes blancos, los cuellos flojos, las gorras de viaje, los zapatos de lona, no aparecían esta mañana. Isidro se encontró en un rellano de la escalera con el doctor Zurita, que marchaba cual un pastor majestuoso, respetado y jamás obedecido, tras el rebaño femenil de su familia: señora, cuñadas, suegra e hijas.

Y soltaba redonda la mayor de las injurias femeniles. Presintiendo lo que iba á ocurrir, torció Robledo su marcha, avanzando hacia la casa y colocando su caballo ante los últimos peldados de la escalinata de madera. Pero no consiguió verse obedecido ni aún por los hombres más adictos á él, que le habían acompañado en la expedición.

Y señalaba un papel manuscrito fijo en la puerta de su tugurio, á semejanza de los carteles impresos que figuraban en todos los establecimientos de París para indicar que patronos y dependientes habían obedecido la orden de movilización. Nunca se le había ocurrido á Desnoyers que su carpintero pudiera convertirse en soldado. Era rebelde á toda imposición de autoridad.

En la última casa del pueblo una vieja barría canturreando su portal. ¡Bòna dòna, bòna dòna! gritó Teulaí. La buena mujer acudió, tirando la escoba. Era demasiado célebre el cuñado de Marieta en muchas leguas a la redonda para no ser obedecido inmediatamente.

Teníamos que habérnoslas con personas tan hábiles, que hubiera bastado ponerlas en guardia para hacer imposible toda investigación. Lea Peralli, advertida por Sorege, hubiera desaparecido y échate á correr por el mundo tras ella... En suma, hasta ahora no hay sino apariencias de culpa, pero terribles, contra Lea y contra Sorege. ¿Pero á qué motivos han obedecido?

-Si una vez lo probáis, Sancho -dijo el duque-, comeros heis las manos tras el gobierno, por ser dulcísima cosa el mandar y ser obedecido. A buen seguro que cuando vuestro dueño llegue a ser emperador, que lo será sin duda, según van encaminadas sus cosas, que no se lo arranquen comoquiera, y que le duela y le pese en la mitad del alma del tiempo que hubiere dejado de serlo.

El cariño cada día más grande a su hermanita le hizo pensar que la había despojado de una parte considerable de fortuna: su padre no había obrado con toda justicia al mejorarle: las mujeres necesitan siempre un dote proporcionado a su educación, porque no pueden vivir de su carrera como los hombres. «Después de todo, se decía, aunque mi padre me quisiera mucho, no hay duda que al redactar el testamento ha obedecido en cierto modo al deseo de venganza. ¿Y qué culpa tiene mi pobre hermana del carácter altivo y dominante de su madrePor otra parte, le dolía verla en un cuarto tercero viviendo con relativa estrechez mientras él gozaba de todos los atractivos del lujo.

gracias a Dios, pues los que tienen a su lado personas como Rosalía, ya pueden recibir calamidades y soportarlas con valor...». Don Francisco le alargó la mano conmovidísimo, mientras oía el chasquido de los frenéticos besos que la marquesa daba al ángel predilecto. A diferentes impulsos había obedecido este al hacer lo que hizo.