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Cada vez que mi mano toca la de usted, un estremecimiento me recorre todo el cuerpo y experimento una sensación tan dulcemente extraña que me conmueve hasta la raíz del cabello. Cuando usted se aleja por un instante, cuando no puedo verle ni oírle, se hace un gran vacío a mi alrededor y siento que hasta la tierra me falta bajo los pies.

Los oyentes del P. Enrique, que aquella noche no eran más que cuatro, entendiendo unos más y otros menos lo que dijo, quedaron todos encantados de oírle.

Ella se conmovió mucho... Amaba a la España muy fuerte, y estaban los carlistas unos brigantes muy atrevidos, como Diego Corrientes y Gosé María. Currita, al oírle chapurrear tan desastrosamente el castellano, hablóle en francés y ella agradeció la atención con una amable sonrisa.

Por Dios, que entendí que hablaba conmigo, y es sólo contra los poetas hebenes: Cayóme a muy en gracia oírle decir esto, como si él fuera muy albillo o moscatel.

Miró Rojas á un lado y á otro, por si la niña andaba cerca y podía oírle. Luego sonrió con la vanidad que sienten los hombres entrados en años al recordar las audacias y desafueros de su juventud, y dijo con una falsa modestia: ¡Bah! ¡Quién se acuerda de eso! Muchachadas, ché; cosas que se usaban entonces.

Familias de las más empingorotadas del comercio le sentaban a su mesa, no sólo por amistad sino por egoísmo, pues era una diversión oírle contar tan diversas cosas con aquella exactitud pintoresca y aquel esmero de detalles que encantaba. Dos caracteres principales tenía su entretenida charla, y eran: que nunca se declaraba ignorante de cosa alguna, y que jamás habló mal de nadie.

38 Y todo el pueblo venía a él por la mañana, para oírle en el Templo. 1 Y estaba cerca el día de la fiesta de los panes sin levadura, que se llama la Pascua. 2 Y los príncipes de los sacerdotes y los escribas procuraban cómo matarle; mas tenían miedo del pueblo. 3 Y entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce;

El rey Buby y Ratón Pérez se pusieron de rodillas con el mayor respeto, y hasta los cazadores ligeros se arrodillaron también, dentro del canasto vacío en que merodeaban silenciosos. El niño comenzó á rezar: ¡Padre nuestro, que estás en los cielos!... Hizo el rey Buby un gesto de inmensa sorpresa al oirle, y se quedó mirando á Ratón Pérez con la boca abierta.

AUTOR. Amigo mío, estoy encantado de oírle. Linda invención la de V. Eso que me gusta, y no aquella pesadez de los golpecitos en las mesas y de la escritura después. Vea yo cuanto antes a Carmela.

No se separaron ya, y yo, distraído por mis ocupaciones, por mis apuros y por mis placeres, no podía imaginar lo que tenía de apasionado la ternura que se dedicaban las dos mujeres. Sorege fué el que me llamó la atención sobre ese asunto. Con su prudencia habitual y por medio de insinuaciones, despertó mis sospechas y me incitó á comprobarlas. Sorege parecía indignado contra ellas, echaba pestes contra tales vicios, que á me tenían sin cuidado, y al oirle se hubiera creído que era el amante de una de ellas. Le vi exasperado hasta tal punto, que le pregunté si estaba en relaciones con Juana Baud.