Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 16 de junio de 2025
Clorinda la acompañó en el coche hasta su casa, dándole consejos prudentes: «Retírate, guarda el dinero. Es imposible ir más allá.» Valeria, en el curso de la noche, repitió lo mismo: «No debía ofender á Dios insistiendo.» Alicia se negó á oirlas. Su inspiración no se había agotado. Aún le quedaban grandes cosas que hacer, y cuando llegase el momento de retirarse, lo vería antes que los demás.
Más de una vez se manifestó inflexible en la demanda de explicaciones, preparándose a oírlas con un arsenal de lógica, ante cuyo aparato temblaba la esposa como un criminal ante las pruebas. Pero ya ella se iba curtiendo poco a poco, o mejor dicho, blindándose contra aquella fiscalización impertinente.
Si es todo un caballero formal declaró la señorita dándole un beso en su cara sucia que aún olía a la endiablada pintura . ¿Cómo estás hoy tan serio y ayer te reías tanto y me enseñabas tu lengüecita? Estas palabras rompieron el sello a la seriedad de Juanín, porque lo mismo fue oírlas que desplegar su boca en una sonrisa angelical.
Las muchachas llegaron bailando, cantando y tocando flautas, crótalos y salterios, que era cosa de gusto el verlas y el oírlas. Yo me quedé absorto. Nanar me dijo, y aquí fue mayor mi estupefacción: Ahí tienes al santo Parsondes en medio de esas mujeres. Parsondes, ven acá y saluda a tu antiguo discípulo.
Recordaba Ana, como si acabara de oírlas, frases de su padre y de aquellos señores: «el clero corrompía las conciencias, el clérigo era como los demás, el celibato eclesiástico era una careta». Todo esto que había oído sin entenderlo volvía a su memoria con sentido claro, preciso, y como otras tantas lecciones de la experiencia.... ¡Querían corromperla!
¿Quién sabe si estas teorías de mi padre, oídas por mí, porque no puedo menos de oírlas, son las que me han calentado la cabeza y me han hecho imaginar lo que no hay? De todos modos, me digo a veces, ¿sería tan absurdo, tan imposible que lo hubiera?
Como vulgarmente se dice, le echó muchísimas flores; pero, con tal arte, que la más presumida no hubiera creído al oírlas que eran nacidas de amor, ni negado tampoco resueltamente que de amor naciesen, porque iban enlazadas con miramientos tales que acaso se hubiera podido interpretar por temor de ofender lo que las contenía dentro de ciertos límites.
A ver zi te callaz; cochino carca le dijo el sargento. Si yo no digo nada replicó Bautista. Zi te siguez riendo azí, te voy a clavá como a un zapo. Bautista tuvo que ir a un rincón a reirse, y la superiora y el sargento siguieron su conversación. Al mediodía llegó un coronel, que al ver a Martín le saludó militarmente. Martín le contó sus aventuras, pero el coronel al oírlas frunció las cejas.
Mare bendita, ¿cuándo ha caído este cacho de firmamento? ¡Bendígate Dios, salero, que me has deshecho el alma con ese taconeo chiquito! Pocos transeuntes cruzaban sin verter en su oído algún requiebro. Los grupos se abrían para dejarla paso. La gentil tabernera marchaba sin fijar la atención en tales palabras, sin oirlas siquiera, totalmente abstraída de lo que la rodeaba.
Al oírlas, un relámpago glacial le corría por todo el espinazo, y sentía que las insinuaciones de su compañera concordaban con sentimientos que ella tenía muy guardados, como se guardan las armas peligrosas. vii Sorprendidas por una monja en esta sabrosa conversación que las hacía desmayar en el trabajo, tuvieron que callarse.
Palabra del Dia
Otros Mirando