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Actualizado: 15 de junio de 2025


Aquí la nieta paralizó la lengua del desengañado abuelo, que tales cosas decía, dándole, de pronto, un beso en cada mejilla, y despidiéndose luego de él con una zalamería, de expresión tan confusa, que le dejó dudando si era un embuste de su incredulidad despreocupada, o el disimulo de una pesadumbre.

Sus hijas, de allí en adelante, trabajarían tanto como su nieta. En aquel instante, mirando Carlota hacia la puerta, creyó ver cruzar por el pasillo unas barbas y unas gafas muy semejantes a las de Moreno. Su duda se desvaneció al instante oyendo a D.ª Fredesvinda llamar en voz alta: ¡Adolfo!... ¡Adolfo! No puedo ir ahora contestó éste desde el corredor sin dar la cara.

¿Felicitarte? articuló por fin la abuela, besándome con todo su corazón, mientras que su gorro se caía decididamente al suelo. ¿Felicitarte?... Verdaderamente, señora nieta, no veo por qué. ¡Adiós mi dinero!

No hay cosa en todos nuestros cuerpos que no haya sido otra cosa y no tenga historia; verbi gratia: bien ve vuestra merced esta ropilla; pues primero fue gregüescos, nieta de una capa y biznieta de un capuz, que fué en su principio, y ahora espera salir para soletas y otras muchas cosas.

En aquella visita, lo mismo que en la anterior, yo, terco y emperrado en mi tema, le eché cincuenta veces al campo de la conversación disfrazado de mil modos, con el piadoso fin de observar qué cara le ponía Lita... y nada: ni un gesto, ni un punto arrebolado en las mejillas, ni la más insignificante señal en la nieta de don Pedro Nolasco de que había oído su corazón las llamadas que yo le hacía con el nombre de Neluco y los elogios de sus méritos: hablaba de él con el descuido y la serenidad con que podía hablar de su madre o de su abuelo.

Me han dicho que estuvo en casa de la señora Sermet, la abuela de esta chica, el sábado último... Entró a las dos y salió a las tres y trece... Ya comprende usted... ¡Digo!... la buena señora estará muy contenta porque se va a desembarazar de su nieta. Lo creo... parece que la muchacha le da una guerra... Tiene un carácter infernal y no hace más que lo que se le antoja...

Dicen que era de muy buena cepa, y, según él bebía, es cosa para creer. Estuvo casado con Aldonza Saturno de Rebollo, hija Octavio de Rebollo Codillo, y nieta de Lépido Ziuraconte. Sospechábase en el pueblo que no era cristiana vieja, aunque ella, por los nombres de sus pasados, esforzaba que descendía de los del triunvirato romano.

Ya puede ver si me perdona, siquiera por no ser mía toda la culpa. Con esta evasiva de la muy taimada y con entrar Mari Pepa, se acabó la conversación. Pero no tenía duda para que era Neluco el móvil, el tipo y el regulador de todas las ambiciones de la nieta de don Pedro Nolasco. Entre tanto no se descuidaban un momento los preparativos para el funeral.

Una, pues, desta nación, gitana vieja, que podía ser jubilada en la ciencia de Caco, crió una muchacha en nombre de nieta suya, a quien puso nombre Preciosa, y a quien enseñó todas sus gitanerías, y modos de embelecos, y trazas de hurtar.

¡Víbora! murmuró Francisca entre dientes. ¡Oh! protestó la abuela, Petra es amiga de mi nieta y es encantadora. Y muy distinguida confirmó la de Aimont. Enteramente como es debido afirmó la de Dumais. ¡Ah! si Francisca se le pareciese... terminó dando un suspiro.

Palabra del Dia

rigoleto

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