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Actualizado: 23 de julio de 2025


¿Felicitarte? articuló por fin la abuela, besándome con todo su corazón, mientras que su gorro se caía decididamente al suelo. ¿Felicitarte?... Verdaderamente, señora nieta, no veo por qué. ¡Adiós mi dinero!

«Dije a papá que copio bellas poesías y escribo mis impresiones. Estaba resuelta a decirle todo, pero esperaba que no manifestara deseos de leerlo. Cuando me preguntó: ¿Me dejas ver? le di el libro, pero creo que me ruboricé mucho. Leyó algunas líneas, de dos o tres páginas solamente, luego cerró el libro y me abrazó estrechamente, besándome en la frente, él también con los ojos enrojecidos.

ELSA. ¡Trompetas queridas! ¡Qué alegres suenan! ¡Cantad más alto, más alegremente, queridas trompetas! Acompañad a mi prometido, a mi espectro de los labios ardientes. Se ha retrasado un poco; pero hay que perdonárselo: se ha retrasado besándome. ¡Ah, Elsa, liviana doncella! No tienes pudor. ¿A quién acabas de besar en la obscuridad?

Yo cedí en parte a sus lágrimas, en parte a mis propios sentimientos que me decían que no podía haber más allá de aquella amistad apasionada e inocente... Ella me lo agradeció besándome como loca las manos y yo salí por donde había entrado. Apenas había puesto el pie en la arena del camino cuando me volví para enviarle un último beso, murmurando: ¡hasta mañana!

Muy feo respondí con indiscutible sinceridad. , no es un Adonis, ya lo ... Pero su corazón... su inteligencia... Su corazón, abuela, parece muy vasto a juzgar por la extensión y el número de las obras a que se dedica... Su inteligencia debe de tener las mismas dimensiones... Seguramente es un alma poco vulgar... ¡Ah! querida exclamó la abuela besándome con efusión.

Asunción le esperaba... levantose callandito de su cama y se vistió. Yo desperté también... Asunción se llega a mi cama cuando iba a partir, y besándome, en voz muy bajita me dijo: «Inés de mi corazón, adiós, me voy de esta casa». Yo salté de mi cama, quise detenerla, pero la pícara lo tenía todo muy bien dispuesto y salió con gran ligereza.

A todos los cuartos, tío, para mirarme en todos los espejos. ¿No veis qué bien estoy? , en efecto, no estás mal. ¿No es cierto que con un traje bien hecho, tengo un lindo talle? ¡Lindísimo! respondió el señor de Pavol, besándome en las mejillas y encantado con mi alegría. ¡Ah! tío, ¡qué feliz soy! Opino que el caso extraordinario se presentará muy pronto.

Cuando nos paseábamos por los jardines de San Martino, tal vez estaba agonizando de hambre, de sufrir martirios, ¡y yo, como una heroína de novela, como una colegiala loca, besándome contigo, haciéndote promesas!... Además, ¡la llegada del telegrama en la misma tarde que ibas á venir , como algo definitivo en mi existencia! ¿No vea una intervención superior, un castigo á mi maldad?

Palabra del Dia

godella

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