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Actualizado: 3 de junio de 2025


En el auto al Nacimiento de Mira de Mescua, titulado El sol á media noche, nos ofrece convertida en esclava á la Naturaleza humana, lamentándose así en la prisión de su desdichada suerte: Tierra cercada de abrojos, Agostada, mustia y seca, Mieses con sudor regadas, Plantas de frutas acerbas, Mudos peces, mar salado, Viento sordo, aves ligeras.

Abre por fin el libro: es una novela romántica. Un desgraciado á quien el mundo no ha podido comprender, maldice á la sociedad, á la humanidad entera, maldice á la tierra y al cielo, maldice lo pasado, lo presente y lo futuro, maldice al mismo Dios, se maldice á mismo; y cansado de mirar un sol helado y sombrío, una tierra mustia y agostado, de arrastrar una existencia que pesa sobre su corazon, que le oprime, que le ahoga como los brazos del verdugo al infeliz ajusticiado, se propone dar fin á sus dias.

Taconeando como un húsar apareció la enviada en el dintel. Su larga falda, toda llena de barro, no estaba tan mustia como su cara. Todas la rodearon. ¿Qué hay? murmuraron los labios. ¡Qué no viene, que se vuelve desde Lucban! dijo con voz desfallecida la interrogada.

eres hoy la sirena del mar malayo, el hada rozagante que endechas quiere y vive de los astros al níveo rayo, cantando su amor puro que nunca muere. ¡Escúchame! En las rimas del bardo errante flamea el sacro fuego del sol de Oriente; deja que al son del arpa tu nombre cante, porque beses siquiera su mustia frente.

Pía sobresaltada la miruella, guareciéndose en el desnudo bardal, ó cita cariñosa á su pareja desde la copa de un manzano; óyese, triste y monótono, de vez en cuando, el ¡tuba!, ¡tuba! del labrador que llama su ganado; tal cual sonido de almadreñas sobre los morrillos de una calleja...; y paren ustedes de escuchar, porque ningún otro ruido indica que vive aquella mustia y pálida naturaleza.

¡Adiós, patria adorada, región del sol querida, perla del mar de Oriente, nuestro perdido edén! a darte voy alegre, la triste mustia vida: si fuera más brillante, más fresca, más florida, también por la diera, la diera por tu bien. En campos de batalla, luchando con delirio, otros te dan sus vidas, sin dudas, sin pesar.

El primero es el alegre trino del ruiseñor, la exuberancia de vida de la verde hoja, el vivificador grito de ¡tierra! del náufrago marino; el segundo, el clamor de la solitaria tórtola que gime entre la floresta, la mustia hoja arrastrada por el cierzo, la blanca lona, que cual las alas de la gaviota, se cierne en los poéticos lagos.

Tras aquellas niñas tan alegres, que corrían y gritaban sin cesar un punto, no corría, sino andaba a lentos pasos, mustia y como recelosa, otra niña no menos agraciada y no más entrada en años que ellas. Había, sin embargo, notables diferencias entre una y otras. De éstas, las que no eran rubias eran muy blancas; aquélla era morena.

Al salir de la casa volvimos á mirar al balcon; nada; ni un ruido, ni un movimiento. Aquello parecia un sepulcro. Sólo vimos una maceta con una flor marchita. ¡Agüero fatal! Las mujeres dichosas riegan las flores, y las flores están verdes y frescas. Aquella flor mústia del balcon es el vestido negro de aquella mujer, ó el vestido negro de la mujer es la flor mústia del balcon.

; á ese carácter prodigioso faltan dos cualidades capitalísimas. ¿Cuáles son? Las siguientes; y cuidado que cuando yo censuro, tengo derecho á que se me crea, porque al tachar un vicio, siento dolor. La censura que cae de mi humilde pluma, es una flor mústia que mi alma deposita en la urna sagrada de la verdad.

Palabra del Dia

rigoleto

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