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Actualizado: 26 de julio de 2025


La hija, tranquilamente, ocultó un poco a su madre, y Nébel oyó el crugido de la ropa violentamente recogida para pinchar el muslo. Súbitamente los ojos se encendieron, y una plenitud de vida cubrió como una máscara aquella cara agónica. Ahora estoy bien... ¡qué dicha! Me siento bien. Debería dejar eso dijo rudamente Nébel, mirándola de costado. Al llegar, estará peor. ¡Oh, no!

Cuatro indios arqueros se apostaron para herir a traición al capitán blanco que salía indemne de los combates, y un día que Ojeda avanzaba por la selva, extrañando la ausencia de enemigos, recibió un flechazo en un muslo. Por primera vez su cuerpo manaba sangre. La herida, que era «de hierba», ennegrecióse rápidamente por la acción del tósigo.

Valentina, entonces hablaban de ti dijo Nieves ruborizada tocando en el muslo a su compañera. ¡Qué gracia! No te apures, mujer. ¡Si ya sabemos que eres la más guapa! dijo la otra visiblemente picada. ¡Paz, paz, señoras! exclamó Gonzalo.

¡Voto a tal! sufro mucho decía el maestro Zeli. Estaba tendido en tierra en el fondo del sollado, iluminado apenas por un farol cuidadosamente cerrado; el muslo derecho estaba casi separado del tronco; en cuanto al izquierdo, una bala se lo había llevado.

Un palmo y mas tendrá la palometa, Y mayor en el ancho que una mano. A donde hace presa fuerte aprieta, Como suele hacer el crudo alano. Es cosa de notar ver que acometa Este pequeño pez á todo humano. Del rio salir un dia un soldado Gritando, y en el muslo un gran bocado.

Acercó después el comerciante una silla con ademán misterioso, y sentándose frente al joven y mirándole entre risueño y avergonzado, dijo, dándole al propio tiempo una palmadita en el muslo: Vamos a ver, Gonzalito: ¿qué te parece de la cuestión del matadero? ¿El matadero? preguntó aquél abriendo unos ojos como puños.

Ocupólo este entonces con la mayor frescura y dando una gran palmada en el muslo a Villamelón, díjole tal atrocidad, relativa a su entripado, que Jacobo y Leopoldina se miraron espontáneamente, como quien dice: «¡Animal!». Currita, muy enfadada, dijo: ¡Jesús, hombre, qué cosas tienes!... ¡Eres shoking, shoking, de veras!

«¡Ah!, , el entierro del pobre Arnaiz... Dime una cosa, ¿me guardas rencor?». La mirada se volvió húmeda. ¿Yo?... ninguno. ¿A pesar de lo mal que me porté contigo?... Ya te lo perdoné. ¿Cuándo? ¡Cuándo! ¡Qué gracia! Pues el mismo día. Hace tiempo, nena negra, que me estoy acordando mucho de ti dijo Santa Cruz con cariño que no parecía fingido, clavándole una mano en un muslo.

¿Y doña Ramona?... Ché, Ricardo le interrumpió Melchor, repitiéndole al golpearle cariñosamente el muslo y mirándole fijo en sus ojos como para subrayar la intención de la frase: ¿Y doña Ramona?... ¿No es un consuelo?... Iba cayendo la tarde... El sol parecía hundirse entre montañas de nubes que él mismo pintaba con diversos tonos entre estallidos rectos de rayos rojos.

Y, en efecto, con el muslo atravesado consiguió incorporarse y cargar su fusil, que disparó inmediatamente sobre los que subían.

Palabra del Dia

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