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Y vinieron los filisteos, y quemaron a fuego a ella y a su padre. 7 Entonces Sansón les dijo: ¿Así lo habíais de hacer? 8 Y los hirió pierna y muslo con gran mortandad; y descendió, y asentó en la cueva de la peña de Etam. 9 Y los filisteos subieron y pusieron campamento en Judá, y se tendieron por Lehi. 10 Y los varones de Judá les dijeron: ¿Por qué habéis subido contra nosotros?

Sonrisas discretas, protestas, exclamaciones, criticando o aprobando la teoría eminentemente aristocrática de Martholl, surgieron de todos lados; luego la conversación recuperó su curso tranquilo, en tanto que María Teresa sentía aumentar su malestar moral. ¿Por qué Martholl sentía tales cosas? ¿Cómo osaba decirlas? ¿De qué muslo de Júpiter habría salido su familia? ¿Qué noble genealogía de héroes o hidalgos, protegía aquel nombre de Martholl?

Protegían sus piernas recias polainas de cuero, abrochadas con hebillaje hasta el muslo; sobre la ingle derecha flotaba la red de bramante de un repleto morral, y en el hombro izquierdo descansaba una escopeta moderna, de dos cañones.

Tocábale también ofrecer, sobre un azafate, la golilla y el lienzo de narices, acercar el orinal que presentaba el mozo de retrete, y sostener la cajeta de instrumentos cuando el cirujano curaba al Conde una antigua fuente del muslo.

Y vosotros, mes enfants, tened presente el consejo de un arquero veterano y que sabe su oficio: al tender el arco, la mano derecha pegada al cuerpo, para tirar de la cuerda no sólo con la fuerza del brazo, sino con ayuda del costado y muslo derechos.

No trató Velázquez con más miramiento ni respeto al furibundo Marte , a quien representó sentado, en cueros, apoyando el codo izquierdo sobre el muslo y la barba sobre la palma de la mano, mientras deja el brazo contrario caer naturalmente.

Se despidió dando un rudo manotón al picador, y el centauro le contestó con un puñetazo en un muslo que hizo temblar la recia musculatura del bandido. ¡Qué Plumitas tan simpático!... Potaje, en la ternura de su embriaguez, quería irse al monte con él. ¡Adió! ¡adió! Y picando espuelas a la jaca, salió a trote largo del cortijo. Gallardo mostrábase satisfecho al ver que se alejaba.