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Yo era antes torneador de hierro dice con cierto orgullo , obrero consciente y sindicado. Una leve contracción de su bigote, que equivale á una sonrisa amarga, parece subrayar este recuerdo del pasado. ¡Qué de transformaciones! Luego, el viejo socialista añade á guisa de consuelo: Hay que tomar el tiempo como se presenta.

Una nueva mirada de aquellos ojos verdes: pero esta vez fría, amenazadora, algo así como un relámpago lívido, reflejándose en el hielo. No ... contestó con una lentitud que parecía subrayar su desdén. Yo acostumbro a abandonar los sitios cuando me fastidio en ellos. Y tras una nueva pausa, miró a Rafael de frente, para saludarle con un frío movimiento de cabeza. Buenas tardes, caballero.

Se deploran la cancamurria y los hípidos de nuestros actores y, sin caer en la cuenta, parecen deliciosos el inaguantable martilleo de los actores franceses, su remilgada afectación y el continuo subrayar de palabras y frases á fin de que las agudezas sutiles penetren bien en las mentes obtusas del auditorio, lo cual hasta llega á ser ofensivo, ya que presupone tontería en el público y la necesidad de un embudo y de un cazo de bayeta para que trague lo más dificultoso y enmarañado.

¿Y doña Ramona?... Ché, Ricardo le interrumpió Melchor, repitiéndole al golpearle cariñosamente el muslo y mirándole fijo en sus ojos como para subrayar la intención de la frase: ¿Y doña Ramona?... ¿No es un consuelo?... Iba cayendo la tarde... El sol parecía hundirse entre montañas de nubes que él mismo pintaba con diversos tonos entre estallidos rectos de rayos rojos.

Don Luis, vuelva pronto. No olvide que hoy es San José y que le esperan en Bilbao. No haga á su primo una de las suyas. Aresti notó la entonación de respeto con que hablaba la vieja de aquel primo que le había invitado á comer por ser sus días. En todo el distrito minero nadie hablaba de él sin subrayar el nombre con una admiración casi religiosa.

¡Esas son frases, Melchor, y nada más! Porque , como nadie, sabes que la desgracia se ha cebado en . Al oír esto, Melchor prorrumpió en una carcajada, diciendo al subrayar cada sílaba: ...Que la desgracia se ha cebado en ti... ¡esto es divino!... Ríe todo lo que quieras... eso es muy cómodo.