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Actualizado: 13 de julio de 2025
Abandonaba su tarea de escoger en los montones de basura y hacía sentar a Maltrana en el mejor mueble de la casa, un banco procedente de un tranvía viejo que había comprado por entero con la ayuda de su camarada el señor Polo: magna empresa para la que juntaron sus capitales. La señora Eusebia no podía ver a Isidro sin lamentar inmediatamente la triste suerte de su hija.
Es que aquí no se les persigue y, al contrario, cuando están las muchachas les echan montones de alpiste y de maíz de guinea por todas partes. ¡Qué lindo es eso! Aquí todo es lindo, ché, hay que convencerse, y si no fuera que la estancia queda tan lejos de Buenos Aires, yo me vendría a vivir a ella para siempre. ¿Y qué te lo impide?... Al fin tu empleo no te da gran cosa.
Otros estaban como en acecho entre los montones de la descarga. Eran carabineros y guardianes del puerto. Sintió repentinamente el capitán un aviso de su instinto. Le seguían... Se detuvo en la sombra, pegado á un montón de fardos, y vió á unos hombres que avanzaban en su misma dirección, pasando rápidamente por el borde de la mancha roja de un foco eléctrico para no quedar bajo su lluvia de luz.
Se celebró la boda, con la posible solemnidad, en la iglesia de Zaro y luego la fiesta en la casa de Bautista. Hacía todavía frío, y los aldeanos amigos se reunieron en la cocina de la casa, que era grande, hermosa y limpia. En la enorme chimenea redonda se echaron montones de leña, y los invitados cantaron y bebieron hasta bien entrada la noche, al resplandor de las llamas.
Sumérgese el viajero en vertiginoso abismo en el cual se derrumban montones de nieve como colinas; convertido en alud también, se desliza uno sobre los aludes, y ve desfilar al lado, como arrastrados por una tempestad, círculos, quebradas, promontorios. Las mismas cumbres parecen huir por el horizonte, arrebatadas en frenético torbellino, en una especie de galope infernal.
A las nueve muy largas, cuando cerca de cinco mil barquillos reposaban en el tubo, todavía el padre y la hija no habían cruzado palabra. Montones de brasa y ceniza rodeaban la hoguera, renovada dos o tres veces. La niña suspiraba de calor, el viejo sacudía frecuentemente la mano derecha, medio asada ya. Por fin, la muchacha profirió: Tengo hambre.
Aquel hombre era una hormiga infatigable para la rebusca. Los montones formados por Batistet se agrandaron considerablemente con las expediciones del padre.
El elegante comedor de la estación de Hendaya, alhajado con el gusto y esmero especial que despliegan los franceses para obsequiar, atraer y exprimir al parroquiano, convidaba a la intimidad, con sus altos y discretos cortinajes de colores mortecinos su revestimiento de madera obscura, su enorme chimenea de bronce y mármol, su aparador espléndido, que dominaba una pareja de anchos y barrigudos tibores japoneses, rameados de plantas y aves exóticas; fulgurante de argentería Ruolz, y cargado con montones de vajillas de china opaca.
Esto era el colmo de lo chic, de lo pschut y de lo becarre. Andando el tiempo, no pudo el Club con la carga de sus gastos, y le fue necesario barrenar sus estatutos para atraerse la ayuda de la aristocracia de las talegas, siempre que ésta supiera competir con la de adentro, cuando menos en saber gastarlas y lucirlas. A montones parecieron los aspirantes.
No querían mostrarse en esta zona del puerto obstruída por montones de fardos, temiendo que se ocultase. Le esperaban cerca de su buque, en un espacio descubierto por el que forzosamente debía pasar. «¡Adelante volvió á repetirse . Si he de morir, que sea á la vista del Mare nostrum!» El vapor estaba cerca. Reconoció su negra silueta pegada al muelle.
Palabra del Dia
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