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Actualizado: 5 de junio de 2025
Abominaban de la impiedad de las masas, de todas las realidades de la vida vulgar; se decían católicos, anarquistas y aristócratas al mismo tiempo; no pensaban gran cosa en la religión, pero hablaban, con los ojos en blanco, de la dulzura del pecado monstruoso y de la voluptuosidad del arrepentimiento, seguido de la reincidencia.
Olvidada yo de que nacía de una mentira, le vi nacer en mí con sorpresa y deleite, y le cuidé con esmero para que creciese y floreciese. Yo no niego ni afirmo la existencia de lo que llaman amor platónico; pero, si existe, hallo en él, mientras vivimos esta vida mortal y tenemos el alma en el cuerpo, y cuando son los que se aman mujer y hombre, un no sé qué de incompleto y aun de monstruoso.
Acaso Babilonia, Tebas, Nínive ó Mitilene ofrecieron á la admiracion de aquellos siglos un arco más grande; pero esos monumentos, si existieron, se han perdido para la historia. Los cimientos de este arco monstruoso, sublimemente monstruoso, tienen cerca de 9 metros de profundidad, segun el cochero me asegura, más de 54 de longitud y 27 de latitud.
En fin, mal que bien, estuvo ya la casa adornada, pero ¡oh desgracia! mi amigo tiene un suegro sumamente gordo; verdad que es monstruoso; y es hombre que ha menester dos billetes en la diligencia para viajar; como a éste no se le podía romper la pata como al sofá, no hubo forma de meterlo en casa. ¿Qué medio en este conflicto? ¿Reñir con él y separarse porque no cabe en casa? no es decente. ¿Meterlo por el balcón? no es para todos los días. ¡Santo Dios! ¡que no se hagan las casas en el día para los hombres gordos!
Nada diría yo, aunque supiera decirlo, para invalidar sus razones. Lo poco que yo añada será para esforzarlas. El ser espiritual de la mujer no me parece, con todo, igual al del hombre, sino radicalmente distinto. Lo que el espíritu de ellas concibe sería, a mi ver, monstruoso, si no diese señales de que es de mujer.
El mar parecia un monstruoso leon, sacudiendo su crespa melena, ó un gigantesco pez revolcándose sobre el abismo para hacer brillar al sol sus escamas como montes, ó mostrar sus hondas arrugas momentáneamente oscurecidas. Después, el día 28, estuvimos en plena tempestad.
¿Y si tus padres te ordenan que me olvides? ¿Y si nos separan?... ¿Serás capaz de resistirte á su voluntad? ¿Les desobedecerás para ser mi mujer?... Se agrandaron los ojos de Pepita con expresión de asombro, como si escuchase algo inaudito, como si ante ella se abriese un peligro no previsto ni imaginado, algo monstruoso que rebasaba los límites de lo humano.
Eso de hacer el pueblo las leyes es lo más monstruoso que cabe. ¿Cuándo se ha visto que el que ha de ser mandado haga las leyes? ¿Sería justo que nuestros criados nos mandaran? Aquí no hay Rey ni Dios esto se acabará; yo te jure que se acabará." Al decir esto, el viejo abría los ojos y apretaba los puños con furor.
A los siete años de edad sumiose en un mutismo melancólico, pasando horas enteras en algún escondite, las manos quedas y el rostro como apenado. Había algo de monstruoso en el contraste de sus tiernas facciones con el ceño de aquella frente cargada, al parecer, de adultos pensamientos. Desde temprano, su madre rodrigole en la dureza de implacable devoción.
Otra, Matilde la Serrana: era morena y regordeta, y tenía el tipo común de las sevillanas. La tercera se llamaba lisamente Lola, una mujer obesa, con seno monstruoso, que inspiraba repugnancia, y manos amorcilladas, cubiertas de sortijas de poco valor. Las tres vestían el traje de percal y el pañolón de Manila, común a las jóvenes del pueblo, y ostentaban flores en los cabellos.
Palabra del Dia
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