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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Ella parece que nos aproxima, insensible y dulcemente, al trono donde el Altísimo tiene su asiento. 27 de abril de 1826. Mi cuñado, el abate Lamartine, ha muerto; hacía bastante tiempo que su vida era una prolongada espera de este momento. Espero que Dios habrá sido misericordioso para el hombre que tanto lo había sido para su prójimo.
Tú has sabido vencer esa feroz y brutal curiosidad que pudiera impulsarte a presenciar mi muerte, porque has adivinado que degradándome a mí, te degradabas a ti mismo. Has sido misericordioso y humano, y has respetado tu propio corazón. ¡Gracias, noble pueblo, gracias, y que el Dios de los cielos te pague tu buena obra!»
¡Vamos! dijo el padre Aliaga ; confiad en que Dios es infinitamente misericordioso, y que si os castiga hoy os perdonará mañana. Soy muy pecador... y lo que á mí me sucede... Me parecéis muy desesperado... ¡Sí; sí, señor! ¡terriblemente desesperado!
Si los quería diferentes debió hacerlos diferentes". Las pretensiones de un "omnipotente demonio deseando ser cumplimentado" como todo misericordioso, cuando está ejerciendo la más perversa crueldad, no son ya admitidas en consternado silencio.
Ha, dixo la mora, loado sea Dios misericordioso; ya sois Turco. Respondíle que daba las gracias al Señor que me habia dado fuerza para serlo, y creí que era muy dichoso. Por la mañana vino á circuncidarme el iman; y poniendo yo alguna dificultad, me propuso el cadí del barrio, hombre de buena composicion, que me mandaria empalar.
Allí donde el poeta no encontraba sino una voluntad ciega incapaz para el bien, la piadosa niña veía un Dios providente y misericordioso, tan misericordioso como terrible, que acogía en su seno a los buenos y mandaba a los malos a penar eternamente; un Dios que, como nosotros, se ablandaba con las súplicas y las lágrimas.
Por ejemplo la que Abde-r-rahman II introdujo de presentarse en público siempre velado; la de usar en las vestiduras reales su propio nombre bordado en la orla; la de hacer grabar en su sello esta piadosa leyenda: «El siervo del misericordioso descansa contento en los decretos de Dios.» Véase Michelet, Historia de Francia.
Pues del mismo modo era D. Romualdo: grandón, fornido, atezado, y al propio tiempo excelente persona, de intachable conducta en lo eclesiástico, cazador, hombre de mundo en el grado que puede serlo un cura, de apacible genio, de palabra persuasiva, tolerante con las flaquezas humanas, caritativo, misericordioso, en suma, con los procedimientos metódicos y el buen arreglo que tan bien se avenían con su desahogada posición.
Es hombre bienhechor de todos, humilde, benigno, misericordioso, grave i hermoso mas que los hijos de los hombres, agradable en las palabras, poderoso en las obras, i en todas sus acciones aventaja á los demás hombres: venéranlo muchos por Mesías. Juan, hijo de Zacarías, varon santo, nos lo manifestó con el dedo diciendo: Este es el Cordero de Dios.
Temblaba su voz, y por sus mejillas enjutas de vieja caían las lágrimas. Tía, usted es muy buena dijo Gabriel , pero debía preocuparse más de esa infeliz. Había que recogerla, que salvarla; traerla aquí.... Hay que ser misericordioso con las debilidades ajenas, y más aún cuando la víctima es carne nuestra. ¡Ay, hijo! ¿A quién se lo dices? Mil veces he pensado en esto, pero me da miedo tu hermano.
Palabra del Dia
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