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Actualizado: 28 de junio de 2025


Caballero, no venimos aquí a disputar, venimos a ejercer la caridad.... Condicional... ¡Qué condicional, ni qué calabazas! gritó doña Petronila, que no comprendía por qué se había de tener tantos miramientos con un ateo loco . Usted no tiene añadió autoridad alguna en esta casa; esta señorita es hija de don Santos y con ella y con él es con quien queremos entendernos.

Como usted lo oye... «Amado Julio le he dicho... ¡tan íntima es nuestra amistad!... He tenido el gusto de conocer a la señorita de La Treillade en casa de mi tía, durante una temporada de campo... con ese motivo tuve la ocasión de estudiarla, descubriendo en ella una dulzura, una sensibilidad, y permítame la expresión, señorita... un candor... que exigen los mayores miramientos.

Pues bien claro está, mujer. Se trata de que yo sea diputado por esta provincia. ¡Carácholes! exclamó, fuera de , la gran dama, olvidándose en aquel instante de todos los miramientos que la esclavizaban desde que era rica.

»Se miraron uno a otro, y díjome después don Santiago muy conmovido: »Ni nosotros, pobres pecadores, le pediríamos a usted, llegado el caso, todo lo que nos ofrece... Aquí hay caridad, señora, gracias a Dios, aunque haya miramientos también, ¡y muchos miramientos!, que respetar, sin que se falte por eso a la ley divina...; pero ¿sabe usted, sabemos nosotros, si asintiendo a lo que usted desea y pide, y es muy natural que lo pida y lo desee, se avendría también nuestro hijo, con lo cual no contamos?

En poco estuvo que ambos se levantasen y se abrazasen ante la concurrencia; mas en Miguel pudieron los miramientos mundanos, en Julia el temor de su madre; y ambos permanecieron en sus asientos. La brigadiera se sofocaba; estaba inquieta, nerviosa; hacía rechinar la silla al moverse.

El campo enemigo está todo sobre las armas. ¿Quién sois vos? preguntó bruscamente Fenton en castellano, dirigiéndose al desconocido. ¿Y cómo no siendo el rey ostentáis el escudo de Castilla? El prisionero había vuelto en del desmayo que le ocasionaran los vigorosos puños de Tristán, que le habían apretado el pescuezo sin compasión ni miramientos.

Lejos nuevamente de la escupidera volvió a salivar sobre la alfombra con cierto goce malicioso, que a pesar de su máscara indiferente y bonachona se le traslucía en la cara. Calderón tornó igualmente a nublarse y fruncirse hasta que, resolviéndose a saltar por encima de ciertos miramientos sociales, le acercó otra vez la escupidera sin tanto valor como antes, pues lo hizo con el pie.

¿Aquí? chilló la señora; se te ha dicho que no pases de la puerta, ¡y lo consientes, Susana! El no tiene la culpa, naturalmente. ¡Si Bernardino estuviera en casa, él te ajustaría las cuentas, vagabundo! Agapo, sin decir palabra, embistió al hueco que dejaba libre la corpulencia de misia Gregoria en la puerta, y salió al vestíbulo, empujando a la cuñada sin miramientos.

Yo dormiría en la alcoba del salón contiguo, que tenía su correspondiente cama; con ella y cuatro cachivaches que se le agregaran de mi cuarto, estaría como un príncipe... ¡Válgame Dios los reparos y los miramientos y los asombros con que se negaron de pronto a complacerme! no en lo de quedarse en la casa algunos días, sino en lo de ocupar el gabinete que les ofrecía yo... Hasta que al fin cedió Mari Pepa, resignóse Lita, y aplaudió el gigante el acuerdo con una «¡esa es la derechaque retumbó en media casa.

En esto llegó don Sabas, quejándose desde el pasadizo de los miramientos que se le habían guardado en nuestra casa aquella noche. ¿Quién nos había dicho que por un viaje más o menos a la montaña, no quedara él con agallas suficientes para cumplir con su deber a cualquier hora que se llamara a su puerta?

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