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Actualizado: 28 de junio de 2025
Además, ¿qué cosa en el mundo dejaría él de intentar por secar aquellos ojos puros, por sosegar aquel anheloso pecho, por ver de nuevo a la señorita segura, honrada, respetada, cercada de miramientos en la casa paterna?
Este apacible diálogo encubría en Baltasar tempestuosos pensamientos; pero como no carecía de penetración y sabía que la muchacha era honrada, y orgullosa, y vivía de su trabajo, comprendió que no debía tratarla como a cualquier criatura abyecta, sino empezar mostrándole cierta deferencia y aun respeto, género de adulación a que es más sensible todavía la mujer del pueblo que la dama de alto copete, habituada ya a que todos le manifiesten cortesía y miramientos.
Es un decir, señor cura añadió Simón algo confuso . Por lo demás, esto es todo lo que tenía que decirle a usted. Conque hágame el favor de darme su parecer sin reparos ni miramientos.
Es, pues, evidente que Clara debe mucho á Dios, y luego á tí, que la has educado bien; pero esto que debe á tí no es superficial y externo: los modales, las palabras, las atenciones y los miramientos no son signos vanos. Cuando no hay en ellos afectación, es porque brotan del alma misma, mejor criada por Dios ó por los hombres que otras almas sus hermanas.
Mientras hablaba, la estaba yo mirando, y compadecía con todo mi corazón a la pobre Luciana, obligada a hacer un lindo retrato de tal cara. La Marquesa siguió diciendo: No puedo despedir a esas señoras de un momento a otro, como a criadas; tienen derecho a miramientos y las haré estarse aquí hasta final de verano, como estaba convenido. Pero rogaré a Luciana que no se ocupe de mí.
Un yerno empingorotado fue desde entonces anhelo perenne del antiguo lonjista. Ni eran estas las únicas flaquezas y manías del señor Joaquín. Otras tuvo, que descubriremos sin miramientos de ninguna especie.
Don Raimundo, pues, la metía hasta el codo sin miramientos, y procuraba acercarse del lado que más calentaba el sol, tras del servicio por proveer, tierras que liquidar o concesión que acordar. Así tenía, a más del producto de sus préstamos usurarios, la renta fabulosa que sacaba sin repugnancia del estercolero de los negocios sucios.
Eran las habitaciones más frías, pero también las más alegres de la casa. Las pocas veces que el sol se dignaba salir en Nieva, iba derecho a alojarse en ellas; las invadía sin miramientos como un huésped soberano, y se pasaba el día en su interior reflejándose en los espejos, matizando el raso de las sillas, estropeando el charol de los armarios y regalándose, en fin, de mil diversas formas.
Ya ha visto usted cuántos paseos he dado sin él en el balandro, con muchísimo gusto suyo... Algo le inquietan los peligros del barco, por su poco juicio; pero como yo no los temo y usted es buen piloto, con tal de que yo me divierta... En lo demás, él es de opinión de que no se viene aquí a guardar etiquetas, ni a hacerse esclavo de miramientos vanos. Muy bien pensado.
Aquellas vacilaciones, aquellos miramientos, aquella timidez en persona tan desenfadada y atrevida, nacen de respeto, y no de menosprecio. Además, un hombre de mundo, entendido como es él, no podía caer sino por un breve instante en tan absurda alucinación.
Palabra del Dia
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