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Pasó adelante don Quijote, y preguntó a otro su delito, el cual respondió con no menos, sino con mucha más gallardía que el pasado: -Yo voy aquí porque me burlé demasiadamente con dos primas hermanas mías, y con otras dos hermanas que no lo eran mías; finalmente, tanto me burlé con todas, que resultó de la burla crecer la parentela, tan intricadamente que no hay diablo que la declare.

El señor deán de la catedral de..., muerto pocos años ha, dejó entre sus papeles un legajo, que, rodando de unas manos en otras, ha venido a dar en las mías, sin que, por extraña fortuna, se haya perdido uno solo de los documentos de que constaba.

«¿Qué culpa tengo yo, ponía, de que llamen por esas calles sentencias, y doradas, aquellos aforismos de mis cartas? .» «Pregúntanme si algunas cartas que andan entre las impresas con nombres de otros, son en realidad de verdad mías ó de aquéllos.

"¿Qué diré del mentir? Jamás se halla verdad en nuestra boca: encajamos duques y condes en las conversaciones, unos por amigos, otros por deudos, y advertimos que los tales señores o estén muertos o muy lejos." "Quien ve estas botas mías, ¿cómo pensará que andan caballeras en las piernas en pelo, sin media ni otra cosa? Y quien viere este cuello, ¿por qué ha de pensar que no tengo camisa?

Pues bueno. Hay dos sortijas. No son mías: son del Rey de Bastos, un amigo de Rumaldo, que se las dio a guardar, y Rumaldo me las dio a . Pues... Si usted me da su palabra de desempeñarlas dentro de ocho días y traérmelas, pero palabra formal, ¡San Dios! lléveselas... Darán los diez por largo, pues una de ellas tiene un brillante que da la catarata». Poco más se habló.

»Me acerqué a ella, me senté a sus pies como siempre, y mientras acariciaba sus demacradas manos entre las mías, prosiguió: » Aún no estoy bastante fuerte para soportar las fatigas del viaje, pero papá asegura que dentro de quince días podré ponerme en camino sin ningún inconveniente.

»Mientras las muchachas pobres sean la reproducción exacta, en cualidades, defectos y gustos, de las ricas, que no se extrañen de que éstas sean preferidas. »Someto mi caso y mis reflexiones a su alto juicio, y ruego a usted que se sirva aceptar mis homenajes. ¿Qué decís de esto, hijas mías? preguntó la de Ribert. Es muy interesante respondí pensativa.

Le anunciaba su intención de irse al campo, por una temporada muy larga. "Hágame saber, concluía, si podrá recibirme en su casa. Es una súplica; en caso de no obtener contestación iré a casa de Charito, de todos modos, esta noche, por si usted resuelve hacerme la caridad de atender algunas últimas palabras mías". ¡Pobre muchacho! suspiró Raquel. Pero no debes ir, porque sería alentarlo.

Parecían deseosas de hablar a Mauricia; pero no se atrevían a adelantarse hasta la cama. Guillermina, concluida la ceremonia, no les quitaba ojo, y por fin resolvió darles el quién vive. «Señoras mías les dijo , ¿qué bueno traen ustedes por aquí? Si han venido por devoción, me parece muy bien.

que eres rico, por lo que veo. La contestación del marqués fué una sonrisa enigmática. Luego, estas palabras parecieron despertar su tristeza. Háblame de tu vida continuó Robledo . has recibido noticias mías; yo, en cambio, he sabido muy poco de ti.