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Actualizado: 27 de junio de 2025
Sus facciones están demacradas, y son miserables sus escasas ropas. Entre sus descarnados y largos dedos, esponja y prepara una batea de gogo que servirá para refrescar y limpiar la cabeza del soberano de aquella casa. El soberano no es soberano, sino soberana. Es la casa de una rica y guapa mestiza.
»Me acerqué a ella, me senté a sus pies como siempre, y mientras acariciaba sus demacradas manos entre las mías, prosiguió: » Aún no estoy bastante fuerte para soportar las fatigas del viaje, pero papá asegura que dentro de quince días podré ponerme en camino sin ningún inconveniente.
Pintaba sus mejillas el abrasado calor de la fiebre; sus brillantes ojos aún eran hermosos, su boca sonreía dulcemente aún, pero en los hoyos de aquellas mejillas demacradas estaban sepultados los graciosos hoyuelos de antaño y los labios se entreabrían para facilitar la respiración fatigosa exponiendo los blancos dientes, más aún de lo que acostumbraba hacerlo en tiempos ya lejanos.
¡Pobrecillos! ¡pobrecillos! repetían las damas pasando revista con sus ojos aterrados a aquellas fisonomías tristes y demacradas que se volvían hacia ellas sin expresión alguna, ni siquiera de curiosidad. ¿Y no habría medio de remediar estos efectos tan desastrosos? preguntó Clementina con arranque.
En cambio el cochero, con su blusa azul formando globo alrededor de un vientre respetable, presentaba un aspecto regocijado y exuberante de salud, que contrastaba con las facciones pálidas y demacradas de la enferma, lánguidamente echada en los almohadones hundidos y que apenas levantaba los párpados para contemplar un instante el magnífico panorama que deslumbraba a su joven compañera.
El agárico, en efecto, corresponde muy bien á las constituciones nerviosas, debilitadas, ya presenten cierta gordura con abultamiento ó palidez y aspecto enfermizo, ya sean demacradas y de fibra seca: en uno y otro caso, el eretismo es una escepcion; la versatilidad nerviosa y la debilidad constante, hereditaria en los unos ó adquirida por escesos venéreos en otros, los temblores convulsivos y los sudores debilitantes son habituales, así como la debilidad muscular y visual, los desbarates de vientre, las palpitaciones, los vértigos, la somnolencia por el dia, los ensueños fatigosos por la noche, la flojedad.
El pobre hombre palideció, sus oidos le zumbaron, una nube roja se interpuso delante de sus ojos ¡y en ella vió á su mujer y á su hija, pálidas, demacradas, agonizando, víctimas de fiebres intermitentes!
Las lágrimas brotaron de sus ojos tristes y dulces y se deslizaron por sus demacradas mejillas. Y se quedó allí inmóvil, el pecho anheloso y medio muerto de angustia y de esperanza. De pronto percibió á su amigo que venía hacia él, sintió que dos manos afectuosas estrechaban las suyas y oyó una voz que decía: ¡Cuidado!
Palabra del Dia
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