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Actualizado: 7 de junio de 2025
El joyero era un hombre seco, alto, nervudo, muy moreno que vestía á la inglesa y usaba un casco de tinsin. Llamaban en él la atencion los cabellos largos, enteramente blancos que contrastaban con la barba negra, rala, denotando un orígen mestizo.
Macperson, á pesar de su embriaguez, reconoció que la proposición era absurda. Aquel mestizo se había vuelto loco, y en su soberbia confianza hasta parecía burlarse de él. Tiene usted miedo de tirar, y hace bien. La bala rebotará sobre mi pecho y puede herirle á usted. Coloqúese de modo que no le alcance.
Hijo de un mestizo español, rico comerciante en uno de los arrabales que cifraba todas sus alegrías y esperanzas en el talento del joven, prometía mucho por sus picardías y, gracias á su costumbre de jugar malas pasadas á todos, escondiéndose despues detrás de sus compañeros, tenía una particular joroba que se aumentaba cada vez que hacía una de las suyas y se reía.
Allí entregó las riendas con una brusquedad de cuartel á su criado mestizo, y antes de meterse en su vivienda dijo á Ricardo: Creo que sólo nos faltan seis meses para terminar la primera presa en el río, y Robledo y usted podrán regar inmediatamente una parte de sus tierras.
Al de Toledo aqueste, falseado La firma, dicen, hubo con gran maña; Y siendo su negocio comprobado, Embarcarle quisieron para España. A galeras estaba condenado, Que fuè su culpa en forma muy estraña: Mas tuvo tal industria este mestizo, Que el juego, como dicen, maña hizo.
Canterac y el contratista, cada uno por su parte, habían declarado festivo aquel día, imponiendo el descanso á sus obreros. Frente á la casa había un carruajito de cuatro ruedas, cuidado por un mestizo.
El capataz Celedonio, mestizo de treinta años, generalmente detestado por su carácter duro y avariento, también ofrecía una lejana semejanza con el patrón. Casi todos los años se presentaba con aire de misterio alguna mujer que venía de muy lejos, china sucia y mal encarada, de relieves colgantes, llevando de la mano á un mesticillo de ojos de brasa.
Irritado Morales, habló de su infortunado camarada Jaramillo, del doctor germánico, del caburé, del caimán «el Abuelo»; contó toda su historia, sin que el otro cambiase de actitud. El mestizo se puso de pie. Podía el gringo dudar de las virtudes de su madre, si gustaba de ello; por eso no dejarían de ser amigos. En realidad, él no estaba seguro de quién había sido su padre.
Pero como un inglés, a la caída de la noche, en mangas de camisa por el calor, y con una botella de whisky al lado, es cien veces más circunspecto que cualquier mestizo, míster Hall no levantó la vista del disco. Con lo que vencido y conquistado, Candiyú concluyó por arrimar su caballo a la puerta, en cuyo umbral apoyó el codo. Buenas noches, patrón ¡Linda música! Sí, linda repuso míster Hall.
Vió el joven los cuerpos de dos mastines muertos sin duda recientemente, pues tenían sus cabezas destrozadas sobre un charco de sangre. Siguió avanzando, y á pocos pasos de la casa encontró á un hombre tendido en mitad del camino. También estaba muerto. Era un peón de Rojas, un mestizo al que creía haber visto algunas veces, á pesar de que su rostro estaba ahora destrozado á balazos.
Palabra del Dia
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