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Actualizado: 20 de julio de 2025
Entónces, si es torero, ó matón ó campesino, jinete ó cosa parecida, os echa por lo pronto una granizada de interjecciones de á libra, y va sacando la navaja ó arremangándose los puños para decidir la cuestion por la vía ejecutiva. Al oir al andaluz echando bravatas, le creeríais capaz de tragarse la Sierra-Nevada y desquiciar el mundo de un puntapié.
Y el matón, que aquel día se mostraba pensativo, oyó á su mujer sin réplica alguna y sufrió el tono imperioso con que le hablaba, mirando al mismo tiempo el suelo, como avergonzado. Desde la noche anterior se sentía otro.
Quedó indeciso el matón, como aplastado por la arrogancia del joven, y antes de que pudiera reponerse de la acometida, añadió Fermín dirigiéndose a Luis: ¿Y eres tú ese que se cree tan valiente?... ¡Valiente, y vas a todas partes con un acompañante, como los niños de la escuela! ¡Valiente, y ni para hablar a solas con un hombre te separas de él! Merecías llevar calzones cortos.
Después, al convencerse de que en la vida mundana sus triunfos han terminado, el fanatismo de la raza que surge con toda la fuerza de una voluntad poderosa.... Entonces le trastorna la locura de la santidad: es humilde y fiero al mismo tiempo, se convierte en matón de la Virgen, queriendo dar de puñaladas á un morisco que blasfema de ella, y poco después se deja apedrear por los chicuelos de Salamanca, que le toman por un demente, viendo sus piadosas extravagancias, remedo de las de San Francisco de Asís.
Los dos lacayos ó porteros se paseaban á la ancho del zaguán, apareados, hablando de una manera tendida, y riendo con una insolencia lacayuna; el joven embozado del poyo, miraba de una manera hosca á los porteros, y el matón de la puerta fijaba de tiempo en tiempo una mirada vigilante en el de la capilla parda, locutario del poyo.
Era curioso espectáculo, en verdad, el de este matón con una baraja en el bolsillo y un revólver al cinto, enviando delante sí, al través de los espesos bosques, su voz en tiernos lamentos sobre la «Tumba de su Nelly», de una manera que habría arrasado en lágrimas los ojos a más de algún espíritu delicado.
Sus padres, sus abuelos, toda su familia, habían sido personas excelentes, «gauchos buenos», que vivían de la crianza de la propia «hacienda». Pero Manos Duras había nacido para ser «gaucho malo», ladrón de reses y matón. En vano su padre, hombre de bien, le daba buenos consejos y sanos ejemplos.
Digno émulo de Gonzalo Xeniz fué otro matón coetáneo suyo y el cual compartió con él las hazañosas empresas, viniendo á la postre á tener también desgraciado fin poco tiempo antes que el intrépido compañero. Juan García, llamado también El Bravo de las Galeras, era un mozo fiero y atrevido, soldado y terror de los vecinos de Triana en 1593.
Allá va la punta de mi capa, que si yo me meto me atollo también y somos dos pájaros en vez de uno. Paréceme bien la idea y agárrome á ella dijo Quevedo agarrándose á la punta de la capa que le había echado el matón. Tiró éste, y crujiendo costuras, abriéndose telas, y con gran trabajo, logró verse al fin en firme Quevedo, pero con una arroba de tierra en cada pierna y perdidos los zapatos.
Recibía gusto especial del desaliño, y recogía con lamentable asimilación todas las palabras necias y bárbaras para darse, usándolas desvergonzadamente, aires de matón. Pronto comprendió Isidora que su hermano no sería nunca persona decente, y que no había bajado del sol colegio humano capaz de darle pulimento.
Palabra del Dia
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