United States or Slovakia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Los rostros tenían una expresión feroz, con regueros de polvo y sudor en todas sus grietas y oquedades, con barbas recién crecidas, agudas como púas, con un gesto de cansancio que revelaba el deseo de hacer alto, de quedarse allí mismo para siempre, matando ó muriendo, pero sin dar un paso más. Caminaban... caminaban... caminaban. Algunas marchas habían durado treinta horas.

Sintió miedo viendo á su padre correr por el camino con la escopeta preparada, ansioso de dar desahogo á su furor matando. Era terrible el aspecto de aquel hombretón siempre tranquilo y cachazudo. Despertaba la fiera en él, cansado de que lo hostigasen un día y otro día.

Después de enviar á la siguiente estación al conductor de la cigüeña, se emboscaron todos detrás de una cerca, esperando el momento de morir matando, pues en el caso probable de que hubieran sido atacados por los alzados éstos al ver á sus enemigos en número inferior, los hubieran tratado de capturar y como consecuencia se habrían defendido hasta disparar el último tiro.

Pero este malestar era insignificante comparado con otro que desde la mañana principió a atormentarnos: la sed, que todo lo destruye, alma y cuerpo, infundiendo una rabia inútil para la guerra, porque no se sacia matando.

Allí creen las mujeres que, sobre las prendas que en el suelo natal debieron a la naturaleza, van a adquirir otras prendas artísticas y en cierto modo sobrenaturales, con las cuales, cuando vuelvan a su tierra, pasmarán a sus compatriotas, matando de amor a los hombres y de envidia a las mujeres.

El maldito intruso! ¡Cómo había penetrado entre ellos, matando todo afecto, anulando con el poder frío de la muerte todo un pasado de cariño fraternal!... No habían reñido cuerpo á cuerpo como los hermanos en las guerras civiles: pero se habían herido en el alma, separándose para siempre, como bestias enfurecidas. Se acabó la familia: Aresti estaba solo en el mundo.

Hans y Cornelio, armados de fusiles, registraban las rocas, para convencerse de que no había por allí ningún otro salvaje, y disparaban sin cesar contra las bandadas de cacatúas blancas, rojas o de color de rosa pálido, matando muchas de ellas. El Capitán, entre tanto, examinaba los bajíos de la bahía, para asegurarse mejor de la cantidad y calidad de las olutarias.

Ferragut le vió intensamente pálido, jadeante, paseando sus ojos en torno de él con una expresión de animal acosado que piensa aún en la posibilidad de defenderse. Su diestra buscó en uno de sus bolsillos. Tal vez iba á sacar un revólver para morir matando. Un negro cercano á él levantó un madero que empuñaba á guisa de maza.

¡Así! replicó la dama vivamente. Y al mismo tiempo le echó los brazos al cuello y le cubrió el rostro de fuertes y apasionados besos. Raimundo se estremeció. Dejóse besar por algunos instantes como un cuerpo inerte. Al fin, doblándosele las piernas, exclamó con acento desgarrador: ¡Oh, Clementina, me estás matando! Y cayó al suelo privado de sentido. El susto de ella fué grande.

Quedó en el timón el tío Chispas, un tiburón desdentado, que acogió con gruñidos de impaciencia las últimas indicaciones del patrón, y junto a él su protegido Juanillo, un novato que hacía en el San Rafael su primer viaje, y le estaba muy agradecido al viejo, pues gracias a él había entrado en la tripulación, matando así su hambre, que no era poca.