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Actualizado: 10 de julio de 2025


Ella, , es amable, es un modelo de dulzura; pero su amabilidad es la afectada mansedumbre del león, que hace sentir de vez en cuando el peso de sus garras; es pura compasión que nos dispensa. Pasemos de la aristocracia de la belleza a la de la cuna. ¡Qué amable es el señor marqués, qué despreocupado, qué llano! Vedle con el sombrero en la mano, sobre todo para sus inferiores.

Los hombres comenzaban de nuevo su marcha hacia la fraternidad, el ideal de Cristo: pero abominando de la mansedumbre, despreciando la limosna por envilecedora e inútil. A cada cual lo suyo, sin concesiones que denigran, ni privilegios que despiertan el odio. La verdadera fraternidad era la Justicia social.

Sus habitantes, que en 1831 ascendian á mil ciento cincuenta y seis, son muy notables por sus hermosas proporciones: la vigorosa corpulencia de las mugeres y hasta sus facciones, aun en la juventud, nada tienen de femenino. Entre tanto, el carácter de los Movimas es apreciabilísimo por su bondad y mansedumbre, calidades que llevan pintadas en el semblante con signos inequívocos.

O dirá el vaso de barro al que lo labró: ¿Por qué me has hecho tal? 21 ¿O no tiene potestad el alfarero para hacer de la misma masa un vaso para honra, y otro para vergüenza? 22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar la ira y hacer notoria su potencia, soportó con mucha mansedumbre los vasos de ira, preparados para muerte;

Yo mismo, confieso mi vicio: me gusta una copa ofrecida por los amigos... Es la enfermedad de la tierra. El revolucionario, arrastrado por el curso tumultuoso de sus pensamientos, olvidaba el vino para arremeter contra otro enemigo: la resignación ante la injusticia, la mansedumbre cristiana de los desgraciados.

Aquel valor que él sentía ante una sotana, por la esperanza irreflexiva de que la mansedumbre obliga al clérigo a no devolver las bofetadas, aquel valor desaparecía pensando en los puños de don Fermín. «No había salida. No había más que acabar con él ayudando a Foja, ayudando a Glocester, a todos los enemigos del tirano eclesiástico».

En los claros ojos de Currita brilló un relámpago de ira, y a poco más pierde su mansedumbre. Y aunque se llamara Policarpo exclamó . ¿Es razón esa para no hacer lo que te digo?... Pues nada, hija, se me olvidó. ¿Qué hemos de hacerle? ¡Ir ahora mismo! ¿Te enteras?... Y convidarlo a almorzar... Mira que a mi vuelta he de encontrarlo aquí contigo.

Una de las declamaciones más hipócritamente sentimentales que se hacen contra las corridas de toros estriba en ponderar lo útil que es el toro para la agricultura y su mansedumbre y sufrimientos en el trabajo; pero los declamadores hipócritas olvidan o aparentan olvidar el método nefando de que el hombre tiránico se vale para infundir en el toro la tan decantada mansedumbre convirtiéndole en buey.

Sépase, pues, que era un buen mozo en toda la extensión de la palabra: alto, ligero, bien formado, cabello negro, ojos negros también y llenos de fuego y de dulzura. La color trigueña, la dentadura blanca, los labios finos, aunque relevados, lo cual le daba un aspecto desdeñoso; y algo de atrevido y varonil en todo el ademán, a pesar del recogimiento y de la mansedumbre clericales.

Pero tanta mansedumbre No se vio ansi facilmente En animal tan valiente, Aunque su fiera costumbre Muestra á las veces clemente. Mas quién sabe si movido El cielo de mi gemido, Este leon me ha inviado Para ser por él tornado Al camino que he perdido? Sin duda es divina cosa, Y asegurame este intento, Que en espiritu siento Con fuerza marabillosa, Y nuevo y crecido aliento.

Palabra del Dia

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