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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Pero nadie osó realizar los proyectos de cencerrada y otras bromas molestas con que algunos intentaron obsequiarles. Merecían respeto: eran los industriales más importantes del barrio, y habían hecho bien uniéndose en una sola razón social. Maltrana y el señor Manolo, en fuerza de oír hablar al Mosco de sus expediciones nocturnas, sintieron el deseo de asistir a una de ellas. Una nada más, ¿eh?
La brigadiera, respuesta al instante del susto, se revolvió airada y le vomitó tres o cuatro insultos feroces, y después tuvo por oportuno desmayarse. Tío Manolo salió del gabinete batiendo las puertas y soltando juramentos.
Mete la mano en él, tonta. Ya lo hago, hijo. Descuida. Pues bien podías proteger un poco al pobre Manolo, que anda a oscuras hace tiempo. ¡Pobrecillo! ¿Pero de veras anda tan mal de guita? Yo creí que sólo era de la cabeza. Eso es: ríete después que le has desplumado.
Para el señor Manolo, estaba España dividida en catorce Estados, porque así lo habían dispuesto los correligionarios por medio de solemnes y libérrimos pactos. El era ciudadano de Castilla la Nueva; pero quería vivir en paz y fraternidad con los extranjeros de los otros Estados españoles, así fuesen aristócratas, como del «cuarto estado».
Era una de tantas señales de su orgullo. No se le escapaba á Manolo esto, ni tampoco que aquella reunión, compuesta de gente ruda, no correspondía á la calidad de su persona ni á la educación que había recibido; pero todo lo sufría con tal de hallarse cerca de Soledad. Quizá no habría mentira en decir que era relativamente feliz.
No hacía dos años aún que se había casado. ¡Qué moza, Manolo! ¡Y qué intención... y qué arte!... En ocho días no dejó un flamenco en su sano juicio. Casi hubo que echarla de allí por obra de caridad y cuestión de orden público No acabó de confesármelo ella; pero me consta que se llevó la palma de sus preferencias un potentado y hermosísimo albanés, con zaragitelles y todo.
No, no le dejaremos, ¿verdad? insistió la santa . Mira, Manolo: Jacinta y yo pedimos ahora juntas. Aunque te vuelvas turco, ya te cayó que hacer. No, Jacinta no se mete en esos enredos dijo Moreno mirándola fijamente en los ojos. Vaya que sí me meto. El asilo es mío; lo he comprado. ¿Sí?, pues si ha dado usted dos pesetas por él ha hecho un mal negocio.
Convencida al fin de que el duque no se hallaba dispuesto a morder aquella manzana pasada, cayó arrepentida en los brazos del marqués. Blanquita H * estaba pasando las grandes ducas por Manolo L * y éste sin hacerle caso. ¿Y por qué no la quiere Manolo? preguntó Núñez . Blanquita es una preciosa criatura. Porque está enamorado de su mujer según dicen respondió Enriqueta Atienza.
Sí; alguna vez nos acompaña repuso ella secamente. Hubo una larga pausa. ¿Y crees dijo al cabo con tímida sonrisa que te conviene ese acompañamiento? ¿Pues? replicó la joven con semblante serio mirándole á la cara. Manolo bajó los ojos.
Pasábale las piezas al señor Manolo, y éste reía, con el goce brutal de la destrucción, ofreciendo a Maltrana los conejos para que los tentase. Aún estaban calientes: ¡cómo los dejaba la bicha al morderles!... Anunció el Chispas que ya no salían más; la madriguera estaba despoblada. El Mosco tiró de la cuerda y volvió a sonar el apagado cascabeleo.
Palabra del Dia
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