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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Todo esto era motivo de indignación para la intendenta. «De trapos muy bien solía decir con amargura; pero de música están VV. tan desnudos como su madre los parió.» El tío Manolo lo tomaba con más filosofía, sobre todo en lo que tocaba a las señoritas.
Si salgo solo, se me agua la fiesta. Voy a dar una sorpresa al tío Manolo, y a conocer a las primas, que sólo las he visto cuando eran unas mocosas.... Si ahora me desanimo, no vuelvo a animarme en diez años. Ya he mandado a Primitivo que ensille la yegua y ponga el aparejo a la borrica.
Chico, por lo mismo que nosotras hemos conocido bien la pobreza, sabemos mejor que vosotros lo agradable que es. Yo me he comprometido con Salabert porque tiene mucho dinero y puede satisfacer todos mis caprichos. No necesitaba decírtelo.... Por lo demás, si fuera a dar gusto a mi corazón demasiado sabéis, y demasiado lo sabe él, que yo nunca he querido a nadie de verdad más que a Manolo.
Y como todo se lo dijo ella, Manolo no pudo decir nada, encontrándose, cuando menos pensaba, solo y citado para el día siguiente, á las once, en casa de Pepe de Chiclana. No le pesó mucho. Aunque harto de desengaños y dolorida el alma, aún rebullía en su corazón la esperanza, por poco que la hurgasen. No tardó la ingeniosa Paca en dejarle solo y mano á mano con Soledad.
Aunque muy contra su gusto, aceptó la invitación para que no sospechase su mal humor, y se esforzó en aparecer jocoso. Consiguiólo sólo á medias; tanto que Manolo, que ignoraba el rompimiento con Soledad, notó, sin embargo, al poco rato que su alegría no era espontánea y le preguntó: ¿Qué tienes? Parece que estás preocupado. ¿Yo?... Ni por pienso, hijo.
Aquella noche fue, en efecto, Miguel con su tío a casa de la intendenta, quien le recibió con mucho agasajo: no tanto a los tres o cuatro amigos de que había hablado tío Manolo, y que fueron entrando uno después de otro. Todos ellos eran entrados en días; uno era coronel retirado; otro, catedrático de matemáticas en la facultad de ciencias; otro, ex-gobernador de provincia.
Obedece durante diez minutos, y de repente vuelve otra vez con el señor alcalde mayor. Dice que se olvida, Creánmelo ustedes. Le rompería la cabeza». ¡Y me quieres hacer creer que en el extranjero...! Pero Manolo... ¡Ah!, no, señora... esté usted segura de que si en Londres una criada se permitiera cantar, pronto la pondrían de patitas en la calle. Es que ni se les ocurre tal disparate.
Los primeros que llegaron fueron Frasquito con su mujer y el señor Rafael. Inmediatamente la lancha trajo á la familia del Cardenal, los viejos, Mercedes, Isabel y su novio Gregorio, á los cuales se había unido Manolo Uceda, que por casualidad llegara al muelle al mismo tiempo. En la otra lancha acudieron en seguida María-Manuela con Antonio y dos amigos más de Velázquez.
La víctima que el lobo infeliz buscaba con preferencia era el señor Manolo el Federal. Lo esperaba en la oficina de la Puerta del Sol, y al presentarse el capataz exponíale las tristezas de su vida. El buen Federal escuchaba con los ojos bajos, moviendo la cabeza como si aprobase las palabras del joven, reconociendo que hablaba muy bien.
Ya nos dijo Manolo Casa-Vieja que era de admirar «cómo y lo que quería» a su hija la marquesa de Montálvez; y era de admirar, en efecto.
Palabra del Dia
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