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Actualizado: 2 de junio de 2025
Bien puede ser que él, inútil como Mandarín en el Imperio del Sol, vaya a ser útil en otra tierra como odorante rosa o sabroso repollo. Matar, hijo mío, es casi equilibrar las necesidades universales. Eliminar en una parte el exceso para suplir en otra la falta. Penétrate bien en estas sólidas filosofías.
Y se oía, como una risa, el canto del ruiseñor. ¡Tsing-pé! ¡Tsing-pé! dijo el gran mandarín, y dio dieciocho vueltas seguidas con los brazos abiertos, y se echó por tierra, con la frente a los pies del emperador. Y a los mandarines, arrodillados en el aire, les temblaba en la nuca la cola. La galería de las máquinas
El asesino es un filántropo. Déjame resumir, Teodoro; la muerte de ese viejo Mandarín idiota, ¡trae a tu bolsillo algunos millones de pesetas! Puedes desde ese momento dar un puntapié a los Poderes públicos: ¡medita en lo intenso de este gusto! Y desde luego serás citado en los periódicos, ¡a qué mayor gloria puede aspirar un sér humano!
Y algo más tarde, hallándose el venerable mandarín hablando con unas señoras, un poco inclinado hacia adelante por estar ellas sentadas, acercósele sir Roberto con mucho disimulo, oculto entre el gentío, y sin provocación ninguna, sin objeto alguno justificado, ¡zas!, hundióle con flema británica, hasta la cabeza, un alfiler en la nalga izquierda...
Sir Roberto, asombrado, creyendo encontrar un nuevo modelo de hombre clástico que colocar en el British Museum, quiso aplicar al hallazgo su método experimental, y recibió, en cambio, un espontáneo abanicazo que, en la irascibilidad de sus nervios excitada, le sacudió el tío Frasquito con su abanico de mandarín en lo alto de la cabeza.
El general que mató al Príncipe Tártaro obtuvo todas las condecoraciones de China, el título de primer mandarín y una pensión de miles de miles para él y sus herederos. Se cuenta, por último, que la Princesa Venturosa y el ya Emperador de China vivieron largos y felices años, y tuvieron media docena de chiquillos a cual más hermosos.
Algo disgustaba al elegante ir convertido en cicerone de un ente tan grotesco; pero la intimidad con que le trataba el personaje cortesano le hizo ver en el de la aldea un mandarín inculto, una potencia electoral, un reyezuelo de provincia. Su momentáneo desagrado se trocó bien pronto en solicitud deferente y hasta respetuosa.
¡No digas que tienes un pájaro amigo que te lo cuenta todo, porque le envenenarán el aire al pájaro! Y salió volando el ruiseñor, y echando al aire un ramillete de arpegios. Los mandarines entraron de repente en el cuarto, detrás del mandarín mayor, a ver al emperador muerto. Y lo vieron de pie, con su túnica imperial; con la mano de la espada puesta al corazón.
El mandarín gobernador, o padre de la ciudad, el poderoso Gu-Ly, consagraba todos sus ocios a hacerles jugarretas a los extranjeros. Existen tres factorías europeas en ese lugar de recreo. Un francés que compra seda, ejerce las funciones de agente consular. Tenía una bandera delante de su puerta y los misioneros se alojaban en su casa.
De ella resultaba que el tío Frasquito había observado con sorpresa al principio, con recelo luego y con inquietud más tarde, que sir Roberto Beltz le seguía a todos los lados sin perderle un momento de vista; atribuyólo, al pronto, a la admiración que pudiera causarle su magnífico traje de gran mandarín, capaz de despertar las envidias del Mikado, porque era el tío Frasquito el feliz mortal que había tenido la honra insigne de figurar como rey blanco, al lado de Currita, en la famosa partida de ajedrez que acababa de representarse.
Palabra del Dia
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