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Actualizado: 28 de junio de 2025


Se veía en toda su trágica ridiculez, apelotonado en el suelo, oprimido por el pie de la viril amazona, manchado de tierra, humilde y confuso como un delincuente que no acierta a disculparse.

Para vencer nuestro egoísmo, que es muy grande, nos engaña con una ilusión, haciéndonos creer que lo que deseamos es nuestra felicidad, cuando sólo es el bien de la especie. El individuo es el esclavo inconsciente de... Un violento golpe de tos le cortó la palabra. Pidió por señas al P. Gil el pañuelo que tenía sobre la mesa y se lo llevó a la boca. Cuando lo separó, estaba manchado de sangre.

Al fin, si la temperatura continúa bajando, el arroyo se solidifica de una á otra orilla, y á veces se congela hasta el fondo, convirtiéndose en una calzada de mármol verdoso manchado de puntos blancos por las vesículas de aire que encierra. Las cascadas, solidificadas, parecen de lejos cortinajes de seda cuyos pliegues han cesado de ondular.

Viendo que el enfermo nada decía, el P. Florentino como absorto en un pensamiento, murmuró: ¿Dónde está la juventud que ha de consagrar sus rosadas horas, sus ilusiones y entusiasmo al bien de su patria? ¿Dónde está la que ha de verter generosa su sangre para lavar tantas vergüenzas, tantos crímenes, tanta abominacion? ¡Pura y sin mancha ha de ser la víctima para que el holocausto sea aceptable!... ¿Dónde estais, jóvenes, que habeis de encarnar en vosotros el vigor de la vida que ha huido de nuestras venas, la pureza de las ideas que se ha manchado en nuestros cerebros y el fuego del entusiasmo que se ha apagado en nuestros corazones?... ¡os esperamos, o jóvenes, venid que os esperamos!

Es que en cuanto estoy algún tiempo cerca de ti, de ti que nadie ha manchado, de ti en quien nadie ha puesto los labios impuros, de ti en quien mido yo como la carne de todas mis ideas y como una almohada de estrellas donde reclino, cuando nadie me ve, la cabeza cansada, estas cosas extrañas, Lucía, me vienen a los labios tan naturalmente que lo falso sería no recordarlas.

Don Juan, excitado por los celos, y en la inteligencia de que su honor ha sido manchado, sin pensar más que en su venganza, se dispone á ejecutar las órdenes del Rey, penetra de noche en la casa de Doña Sol, no da crédito á sus protestas de inocencia, y se prepara á herir su pecho, cuando oye cerca de la casa un coloquio amoroso, conociendo la voz del Príncipe, que habla con otra dama, que no es su esposa Doña Sol.

Vago siempre tu Pueblo y fugitivo, aunque en vano, del Dios verdadero desterrado de la tierra como otro Caín pavoroso, todo lo anda y en ninguna parte se sosiega, después que arrancado de su Patria, paga la pena de su ceguedad temeraria y manchado con la sangre de aquel Divino Cordero, que quiso más ver morir, que abrazarle por tu Mesías, escucha en todas partes las voces de su delito, que le tiene en tantos siglos, sin Ley, sin Rey, sin Templo, sin Sacrificio y sin Dios: cumpliéndose en él lo que tanto antes había profetizado David, que había de destruirle Dios hasta el fin del mundo, cuando los méritos de Cristo, le reducirá a su Fe y adorando un mismo Pastor, seremos un solo rebaño.

Aquí una vieja estampa sentimental representaba la Princesa Poniatowsky en momento de recibir la noticia de la muerte de su esposo; allí el cuadro del Hambre; enfrente, dos amantes escuálidos, esmirriados y de pie muy pequeño, él de casaca con mangas de pemil, ella con sombrero de dos pisos, se juraban fidelidad junto a un arroyo... Si D.ª Laura no se incomodase, Isidora arrojaría a la calle las tres laminotas... Pues, ¿y la cómoda con su cubierta de hule manchado?

Me remangué los pantalones casi hasta la rodilla, porque ¿cómo iba a entrar manchado de barro en tu salón? Quise sostener el canastillo en un brazo y llevar el paraguas abierto en la otra mano. Fue imposible. A los pocos pasos me volví y le dejé el paraguas a Jacoba. ¡Qué peregrinación, cielo santo! ¡Qué angustia!

La reina deseó también cerciorarse del prodigio, metiendo la punta de su rosado dedo en la boca de Villameloncito, y don Tadeo Calomarde, que llegó en aquel momento, quiso hacer la misma experiencia, introduciéndole el suyo manchado de tinta. Mas el niño apretó entonces fuertemente sus precoces herramientas, haciendo lanzar al ministro un ligero chillido.

Palabra del Dia

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