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Actualizado: 10 de julio de 2025


Corrió, sin embargo, a los pocos días por los periódicos la noticia de que el marqués de Sabadell había acusado de ladrona ante los tribunales a cierta aventurera francesa llamada mademoiselle de Sirop; súpose más tarde que esta había desaparecido, y murmuróse, por último, muy sotto voce, que el mismo marqués, su acusador público, la tenía escondida en su casa: nadie pudo comprobar, sin embargo, la exactitud de este hecho inexplicable.

¡Oh, siempre estás con esa tonadilla!... Me parece que te haces la modesta para que te regalen el oído... Demasiado sabemos todos que puedes brillar como la primera... Tienes unos ojos como no hay otros... eres esbelta, elegante, distinguida; ¿quiere usted más, mademoiselle Huesitos?... Lo que hay, señorita, es que usted tiene más de aquí que de aquí...

Mostrábase orgullosa de que «todo fuese suyo». Estaba satisfecha de su juventud, que ignoraba el adorno de los falsos cabellos, y de su piel sana, que no conocía el arrebol del colorete. Maltrana las saludó a las dos como amigo antiguo. Buenos días, mademoiselle Ernestina. Soy, como siempre, el más ferviente admirador de su hermosa cabellera... Mis respetuosos homenajes, madame Berta.

Eran las nueve y media y acababa de levantarse el telón para dar principio al segundo acto de Mademoiselle de la Seiglière, cuando la atención que Beatriz y la de Aymaret prestaban a la pieza, fue bruscamente interrumpida por la estruendosa entrada que efectuaban tres o cuatro personas en el palco opuesto al que ocupaban nuestras conocidas, quienes reconocieron en seguida a la baronesa de Grèbe, por su familia de La Treillade, escoltada de su fiel institutriz y seguida del marido y del marqués de Pierrepont.

La cosecha es magnífica dijo Isidro aquella mañana, apoyándose en un hombro de Manzanares . No se preocupe, mademoiselle. Todas en el buque dicen lo mismo.

Pues ¿y la cuñada mademoiselle Dosne, la ninfa Egeria del presidente?... Era cosa graciosísima verla coser los botones de la bata de son beau-frère Adolphe... Parecía el ama de llaves de un notario acomodado. ¡Era una trinidad deliciosa!

Entonces concertaron su plan: Elvira había de partir aquella misma noche a Lourdes, acompañada de mademoiselle Carmagnac, señora muy respetable, que había sido aya de la única hija de la marquesa de Villasis.

Por fin, henos en Fort-de-France, el antiguo Port-Royal, el teatro de tantas y tenaces luchas entre ingleses y franceses, la patria de la dulce Josefina Beauharnais, cuya estatua, en el lascivo traje del Directorio, se levanta en la plaza; he ahí el punto donde pasó su juventud aquella mademoiselle d'Aubigné, que debía casarse en primeras nupcias con un rimador paralítico y mendicante y en segundas con un señor Borbón, que reinó sesenta años en Francia bajo el nombre de Luis XIV.

Soy mademoiselle Déjazet dijo la actriz, y como usted no puede ir á verme al teatro, vengo á cantarle la canción de Bérat, esa canción que usted ha inspirado y que ya conoce todo París. Acomodáronse los dos sobre un banco, y en el encanto verde y plata del jardín, la voz de la Déjazet vibró cristalina: Enfants, c'est moi qui suis Lisette, la Lisette du chansonnier...

Si obedeces á mamá y vas con mademoiselle al Bosque, esta noche cuando te acuestes te contaré un cuento muy largo... ¡muy largo! Carlitos aceptó la promesa, dejándose llevar por la institutriz sin nuevas rebeldías. ¡Ya se fué el déspota! dijo Robledo, fingiendo una gran satisfacción al verse libre de él. Celinda sonrió agradecida.

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