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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Enderezó, pues, su marcha nuestro ejército hacia donde estaban acampados los enemigos, y al entrar la noche llegaron cerca de donde estaban y determinaron aguardar á la mañana del día siguiente, que era el del glorioso mártir español San Lorenzo, principal abogado y patrón de aquella provincia, para presentarles la batalla.
Pomposa, y memorable por haber vivido en él esta santa mártir y el monge S. Fandila, estaba edificado en la sierra que sirve de anfiteatro á la campiña al norte de Córdoba, á unas cuatro millas largas de la ciudad, á la falda de una peña donde desde los tiempos mas antiguos formaban las abejas sus panales: circunstancia á que debieron su nombre vulgar la peña y el monasterio.
¡Jacobo!... ¿Te habías pensado tú que por el solo hecho de ser buena había de ser tu mujer siempre mártir?... La paciencia tiene un límite que marca a veces el decoro, y ¡ay de las zorras el día en que las gallinas se cansen de ser gallinas!...
Con sus lágrimas ha hecho penitencia, como la Magdalena, y sus lágrimas la han purificado para siempre, convirtiendo en mártir cristiana a esta pecadora. ¡Nada de eso es verdad! le interrumpió Karaulova . No he llorado ni hecho penitencia. Y continúo con mi oficio; por tanto, no me he arrepentido. ¡Miren ustedes!
Cerca de Córdoba por la parte occidental habia un lugarcillo denominado Cuteclara, donde desde tiempos muy remotos existia un monasterio de monjas con advocacion de la Santísima Vírgen María. Hízose este monasterio cuteclarense muy famoso por la santa matrona Artemia, madre de los mártires Adulfo, Juan y Aurea, y maestra de la mártir María.
Ellos me la retratan bella y pura como la flor al despuntar la aurora... ¡Sarcasmo horrendo! ¡Bárbara impostura! ¿Dónde estará la pobre pecadora? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Gloria, poder, serena paz del alma, tambien con su pureza habeis huido, y del mártir y el héroe la palma por siempre con vosotras he perdido.
Cerca de la ciudad, y á su vista por la parte del mediodia, reflejaba sus muros en la corriente del Bétis la iglesia y monasterio de S. Cristóbal, donde se educó S. Habencio, y donde fueron sepultados varios otros mártires. En Froniano, lugar de la montaña por la parte de occidente, á tres leguas ó doce millas de la ciudad, tenia iglesia y monasterio S. Félix mártir.
En vano su hija le daba tormento doméstico para convertirle. Sólo conseguía hacerle llorar desesperado, como el infeliz rey Lear, o que montase en cólera y le arrojase a la cabeza algún trasto. Ella pasaba plaza de mártir, pero el mártir era él. Como don Santos había sospechado, Celestina no quiso darle té, ni tila, ni nada; no había nada.
Los dos hijos que heredaron el nombre, la rudeza y los solecismos del general eran dos buenas alhajas. Lo que pasó aquella madre mártir para hacerles seguir la carrera de Caballería no es para contado.
Hizo un gran esfuerzo para arreglar aquel barullo mortificante de ideas desmandadas, y fué colocando cada cosa en su sitio dentro de su cabeza, con toda la serenidad posible, diciéndose a la vez: «De modo que el señorito quiere a la señorita para casarse con ella; que la niña no le quiere a él y está empeñada en hacerse santa y mártir en la casona, sufriendo a los mismísimos diablos... y que además se muere porque está comalida y allí no tiene tresno ni cosa que lo valga....»
Palabra del Dia
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