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Actualizado: 5 de junio de 2025
Mientras el padre bebía los vientos por fijar la rueda de la fortuna en la sala de juego de la Oliva, las niñas se multiplicaban, verdaderas buhoneras de sí mismas, siempre con la mercancía de su hermosura a cuestas por plazas, iglesias, paseos, bailes y teatro. Pero llegó un luto, y aquí fue ella.
Muerto el obstáculo más grave, el duque creyó que los demás obstáculos serían fáciles de vencer. Dejó pasar algún tiempo, y un día, al fin, completamente vestido de negro, y de la manera más sencilla, se hizo anunciar á la duquesa. Doña Juana le recibió en audiencia particular; sólo que tenía vestido de negro también, sobre sus rodillas, á su hijo. Con el luto estaba la duquesa encantadora.
El acto que se llevó a cabo la siguiente tarde en la biblioteca de la mansión de la plaza Grosvenor fue, como puede suponerse, muy triste y penoso. Mabel Blair, vestida de luto, con sus ojos llenos de lágrimas, permaneció sentada y silenciosa mientras el abogado leyó secamente el testamento, cláusula por cláusula.
Sobre este pueblo ha llovido en pocos años cuantas plagas son imaginables: crisis económicas que han reducido á polvo en una noche fortunas tradicionales; epidemias asoladoras que han diezmado las familias y cubierto de luto á la población.
Varias personas están mezcladas en los hechos que voy a referirle: una es un amigo muy antiguo difícil de definir y todavía más difícil de juzgar sin amargura, del cual acaba usted de leer la carta de despedida y de luto. Jamás se explicó acerca de una existencia que no pudo agradarle. Mezclarle en estas confidencias es casi rehabilitarle.
El infortunio es lo que tiene en este mundo concordancias más peregrinas, y algo de verdad debe haber en la correspondencia que encuentro entre el luto del traje y el luto de la flor. Subimos á nuestra habitacion y abrimos las maderas de uno de los balcones, como para expiar los movimientos de nuestra misteriosa desconocida.
Y, apartándose los dos a un lado del camino, tornaron a mirar atentamente lo que aquello de aquellas lumbres que caminaban podía ser; y de allí a muy poco descubrieron muchos encamisados, cuya temerosa visión de todo punto remató el ánimo de Sancho Panza, el cual comenzó a dar diente con diente, como quien tiene frío de cuartana; y creció más el batir y dentellear cuando distintamente vieron lo que era, porque descubrieron hasta veinte encamisados, todos a caballo, con sus hachas encendidas en las manos; detrás de los cuales venía una litera cubierta de luto, a la cual seguían otros seis de a caballo, enlutados hasta los pies de las mulas; que bien vieron que no eran caballos en el sosiego con que caminaban.
Guiomar, como si hubiera asido con ambas manos la herida abierta en su pecho por tanto dolor, pareció escurrir fuera de sí el exceso de aquella sangre culpable, cuyos ardores habían mancillado su honra. Enfermiza palidez enmascaró su rostro. Sus manos tomaron impresionante blancura entre sus vestidos de luto; y su alma se inclinó toda entera hacia el rayo de luz de la esperanza divina.
Pensé que ya no nos quedaba más que poquísimo hilo que devanar, y protesté, con la energía de un dios pagano... ¡Basta, basta, basta!... ¡No quiero morirme sin haber visto a Tucker!... ¡Debo verlo ahora mismo! ¡Qué! ¿No sabes que ha muerto? me objetó Nanela soltando una carcajada como un rebuzno. Miré entonces nuestros trajes de riguroso luto y me di una palmada en la frente.
»Asombrose al conocerle, y no era para menos; pero le aplaudió de buena gana. Llevábamos aún medio aliviado el luto por mi padre, y la rogué que no fuera esto un estorbo para aplazar las bodas. Otro motivo de asombro para mi madre.
Palabra del Dia
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