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Actualizado: 14 de junio de 2025
Gallardo, contemplando su aspecto triste, recordaba al Pescadero que había conocido en su niñez, uno de los héroes más admirados por él, arrogante, favorecido por las mujeres, luciendo en La Campana, cuando iba a Sevilla, su calañés de terciopelo, la chaquetilla color de vino y la faja de seda multicolor, apoyado en un bastón de marfil con puño de oro. ¡Y así se vería él, vulgar y olvidado, si se retiraba del toreo!...
A la vuelta solían las amigas hallar el puente más animado que a la ida. Era el momento en que tornaba de sus expediciones campestres la gente de Vichy y los bañistas, y abundaban los jinetes, llevando sus monturas al paso, luciendo los pantalones de punto y las abrochadas polainas, sobre las cuales relucía la nota brillante del estribo y del espolín.
Iba a aceptar, sin embargo, cuando un personaje venerable, vestido como caballero y luciendo en el cinto corva daga cubierta de pedrería, se levantó súbitamente del más obscuro rincón y, una vez junto a él, le dijo, deteniéndolo el brazo: Beba vuesamerced en esta taza, menos indigna de un hidalgo. Y ofreciole su obscura taza de acero, llena también, y ornada de hermosa ataujía de oro purpúreo.
A todo esto, doña Juana y su hija Julieta, luciendo cada día un traje nuevo en paseos y espectáculos, no pasaban de ser, en espectáculos y paseos, dos señoras más, muy bien vestidas, lo cual halagaba poco la vanidad de la ex tabernera, que aspiraba a mayores triunfos.
Durante el día menudeaba el campaneo del portal, indicando que eran muchas las visitas de gente religiosa: por las tardes la dueña, ya entrada en años, salía a paseo en coche modestamente vestida, con aspecto humilde y luciendo en una muñeca, a modo de pulsera, un pequeñísimo rosario de oro y perlas.
En una de las noches de representación se hallaba á mi lado una elegante y airosa mestiza, la misma que había costeado los trajes de la reina mora. Esta se encontraba en escena luciendo un primoroso manto bordado de oro, y á su vista no pude menos de felicitar á la dueña por su exquisito gusto.
Los hombres van de americana y pavero; las mujeres con flores puestas en el pelo a lo gitana, luciendo unas la mantilla de blonda blanca y otras la de casco de color con sedosos madroños negros, que sombrean dulcemente la cara.
En cambio producen miel de caña o de prima, de la cual miel llenan los arrieros los odres en que llevaron el aceite, y la traen a la provincia de Córdoba. Esta miel hace las delicias de las golosas lugareñas cordobesas, que la sacan del plato a pulso empapando en ella pedacitos de pan, y luciendo así las lindas manos con los deditos engarabitados en forma de cresta de gallo.
El acuchillado escribano de Pilatos, no causó en nosotros extrañeza, puesto que ya habíamos visto á un personaje de las cruzadas luciendo un descomunal morrión de la milicia nacional, traído por un cabanista. Para muestra, creemos basta con ese ... morrión. Parece imposible que las fisonomías de los pueblos varíen tan en absoluto, mediando entre sí cortas distancias.
Lo más característico en su persona eran los relucientes rizos aplastados por la bandolina, que cubrían su ancha frente como una cortinilla festoneada, y la costumbre de cruzar las manos sobre el vientre, luciendo en los dedos un surtidor de sortijas falsas.
Palabra del Dia
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