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Actualizado: 2 de mayo de 2025


Don Pedro expresa en un monólogo los afectos encontrados, que bullen y luchan en su alma, por ser él el pretendiente de Violante; y aunque por una parte los deberes de la amistad exigen que lo declare, sin embargo, por otra ha prometido á Violante guardar el silencio más absoluto acerca de sus relaciones amorosas; no puede evitar tampoco, al oir la confesión de Don Jerónimo, cierto arranque de celos, resolviendo, en su consecuencia, espiar con esmero á su amada, para averiguar si le guarda la fidelidad debida.

Adoro a los hombres que no han recibido nada de la suerte ni de la cuna, y que luchan contra este oleaje. Seremos muy amigos. ¿Está usted de guarnición en la Isla? Pues venga a vivir a mi casa siempre que pase a Cádiz. ¿En dónde reside usted para ir a visitarle todos los días...? Sin atreverme a rechazar tan vehementes pruebas de benevolencia, me excusé como pude.

En su inmensidad descubro, de mi amor el viejo espejo. ¡Cuántas olas luchan fuera! ¡Cuántas perlas duermen dentro! .............................. Subiendo una alta montaña vi a la Fama encantadora. Para ser grande le dije ¿qué debo hacer, bella diosa? No sigas ningún ejemplo, si quieres hallar la gloria: Platón o Alejandro, que hallaron sendas ignotas.

Sus enemigos se conjuran en su daño por todas las fronteras de sus extensos dominios: los chinos por el Oriente y por el Occidente los turcos, poderosísimos en el día y contra los cuales luchan con corta eficacia las naciones europeas, enflaquecidas por constantes rivalidades y empeñadas hoy en largas guerras religiosas y políticas.

Hasta que al fin un ginete Lo alcanza, y con mano fija Asiendo de la manija Hizo el caballo cejar, Pero Zamora con furia Lo lleva de una pechada, Dejando en tierra estampada De su triunfo la señal. Pero tres nuevos atlétas Dispútanle su presea, Y él en tremenda pelea La disputa á todos tres. Forcejean, y tendidos Furiosos luchan en vano Por quebrantar una mano Que hierro parece ser.

Claro es que nadie censurará á las madres que luchan contra toda esperanza para disputar á sus hijos á la muerte, pero es necesario que la sociedad acuda en auxilio de esos desdichados, con la ciencia y con el cariño, para curar á los que pueda, dar toda la ventura posible á aquellos cuyo estado no deja esperanzas y velar para que las prácticas higiénicas y la comprensión de las leyes fisiológicas reduzcan cada vez más el número de semejantes nacimientos.

Á poco las tiendas arden, gritos de muerte se escuchan, presto los tristes no luchan degollados en monton, y Ayela, de horror transida, entre unos brazos se siente, y ve una mirada ardiente que la hiela el corazon.

Que contra otro se emplea tambien en cierto modo la sátira, cuando la empleamos contra nosotros mismos; porqué si bien se observa, hay en nuestro interior dos hombres que disputan, que luchan, que no estan nunca en paz, y así como el hombre inteligente, moral, previsor, emplea contra el torpe, el inmoral, el ciego, la firmeza de la voluntad y el imperio de la razon, así tambien á veces lo combate y le humilla con los punzantes dardos de la sátira.

Los demás valores bajaban rápidamente, como piedras que ruedan la pendiente de un precipicio. Las acciones y las cédulas, de toda especie y categoría, ensayan posturas de equilibrio, se esfuerzan y luchan por sostenerse, pero a paso de cangrejo, a reculones, van perdiendo terreno y caen, las alas rotas.

¿Quién no teme que baje fuego del cielo sobre esta sociedad moderna? A la maldad llaman libertad, y luego, ¡ilusos! piensan vencer a los que luchan por la verdadera libertad, a los que, como nosotros, elevan su corazón al Señor. ¡Así es todo desolación y espanto por los campos! Las guerras son obras del demonio: Dios le permite que nos castigue porque somos malos y nos olvidamos de

Palabra del Dia

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