Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 1 de junio de 2025


Y cuando la veíamos aparecer entre los árboles más galana y más fresca que una azucena de mayo, no hubo nunca un lucero en el cielo que nos pareciese más hermoso.

« no tienes sueño; ¿a que no lo tienes? le decía él . ¿A que te despabilo y te pongo como un lucero?». ¿A que no? ¿Cómo? Contándote toda la verdad de lo que te dijo Amalia, haciendo una confesión general para que veas que no soy tan malo como crees. ¡Ah!, ; ven, ven, hijito exclamó ella alargando sus brazos desnudos . Confiésame todo; pero con nobleza.

Llamábase el inquisidor Diego Rodriguez Lucero: era tal el rigor con que trataba á los reos, que el pueblo se amotinó al fin contra él, y le obligó á escaparse en una mula. El cardenal Jimenez no pudo menos de mandarle prender y castigarle para dar á la institucion algun viso de legalidad y de justicia. Supone la tradicion que el conde estaba en Madrid cuando recibió la noticia de su deshonra.

Fuertemente asida con ambas manos a los hierros, la cara pegada a estos, alargando la boca para ser mejor oída, decía con voz plañidera: «Cojita mía... cañamoncito de mi alma, ¡cuánto te quiero!... Allá va el patito con sus meneos; una, dos, tres... Lucero del convento, ven y escucha, que te quiero decir una cosita».

Desta mesma suerte, Amadís fue el norte, el lucero, el sol de los valientes y enamorados caballeros, a quien debemos de imitar todos aquellos que debajo de la bandera de amor y de la caballería militamos. Siendo, pues, esto ansí, como lo es, hallo yo, Sancho amigo, que el caballero andante que más le imitare estará más cerca de alcanzar la perfeción de la caballería.

ASCLEPIGENIA. Es Atenais, hija de Leoncio. PROCLO. ¡La hija de mi docto e ilustre amigo!... ¡El cielo te bendiga, Atenais! ASCLEPIGENIA. ¿Me perdonas, Proclo? PROCLO. No hablemos más de lo pasado: olvidémoslo. ASCLEPIGENIA. ¿Vivirás conmigo? PROCLO. No quiero ni puedo vivir ya sin ti. serás el lucero que ilumine con su luz apacible la melancólica tarde de mi existencia.

A , personalmente, me produce la impresión de un canario hidrófobo; algo, en fin, absurdo y horrible. El novio, lleno de entusiasmo, refería al maestro las cualidades de su futura. «Es hermosa como el lucero de la mañana» decía el joven. El filósofo escribía: «cero». «Es rica, como la heredera de Creso» añadía el doncel.

PROCLO y EUMORFO a quien Marino acompaña, yéndose luego. EUMORFO. Abismo del saber, lucero de la filosofía, archivo de todas las noticias divinas y humanas... PROCLO. Amable mancebo, déjate de lisonjas y di lo que pretendes. EUMORFO. Pretendo que me ilustres un poco. EUMORFO. No me desdeñes así. Confieso que no tengo por las ciencias la vocación más decidida.

Una estela de luz corrió vivamente sobre ellas inflamándolas. El lucero divino recogió sus rayos con galantería, ante la luz serena de la diosa que empezó a levantarse lenta y majestuosamente, eclipsando los diamantes de todos tamaños que en torno suyo lucían.

No me gustan los dulces. ¿Y si yo te los diera, lucero? preguntó el seminarista con voz almibarada, entrando en el recinto cerrado por el mostrador y acercándose con paso de gato a la moza. ¡Bah!... entonces me los comería con mucho gusto replicó ella en tono irónico.

Palabra del Dia

lanterna

Otros Mirando