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Actualizado: 1 de junio de 2025


Navaja en mano es tremendo, y ya que no quiera por piedad abrir a nadie una gatera en el vientre, lo que es para pintar un jabeque en la cara al propio lucero del alba, no tiene el menor escrúpulo si se enoja.

Los ensayos que se han hecho en ese sentido, no han dado nunca resultado... Flor la más bella De entre mis flores, Lucero hermoso De un cielo azul, Precioso emblema De mis amores, Nuncio querido De horas mejores... Esa eres Ave que gime Lejos del nido, Lejos del bosque Donde nació, Pájaro errante Que sorprendido Por las tinieblas Vaga perdido... Ese soy yo...

Pues lo que es ella, maldito si se hubiera quedado por ti, ni por , ni por el lucero del alba. Y nosotros, ¿qué obligación tenemos de asistirla? No parece sino que.... ¿No dices que eres amigo de Gonzalvo? pronunció Lucía clavando los ojos en su marido. Amistad, así... de sociedad; ¿qué sabes de esas cosas? Amistad, como hay muchas. Pues entonces, ¿por qué vivimos juntos con los Gonzalvo?

Hacia cinco años que era inquisidor en Córdoba el licenciado Diego Rodriguez Lucero, maestrescuela de Almeria, el cual para acreditarse de celoso ministro de la , y mas principalmente aun para saciar su monstruosa sed de sangre y su desapoderada ambicion, de tal manera afligió con sus calumniosas imputaciones y tiránicas sentencias á la gente principal de la ciudad, sin distincion de clases, edades ni sexos, y sin respeto á dignidades eclesiásticas y seculares, que fué menester que el cabildo y la ciudad unidos clamasen contra sus bárbaros atropellos pidiendo justicia á S. S. y proteccion á los reyes, príncipes, grandes, iglesias y prelados.

Con tu vida trabajosa y santa, no sólo borrarás hasta las últimas señales de esta caída sino que después de perdonarme el mal que te he hecho, conseguirás del cielo mi perdón. No hay lazo alguno que conmigo te ligue; y si lo hay, yo le desato o le rompo. Eres libre. Básteme el haber hecho caer por sorpresa al lucero de la mañana; no quiero, ni debo, ni puedo retenerle cautivo.

¡Cuán radiante en la lejana perspectiva del pasado, como lampo que emergiera de las ondas de un nublado 20 se destaca luminosa de la pálida penumbra, la apostólica figura del vidente mensajero del amor y la justicia, con su rostro de lucero y el hechizo de su genio que encadena y que deslumbra!

Apellidábala medio en serio medio en broma «estrella», «botón de rosa», «lucero», «clavel». De tal modo que la gente de la parroquia dió en llamar á esta desagradable mujeruca Clavel, y no se la conocía por otro nombre. «¿Cómo va Clavelle preguntaban los parroquianos á Martinán al entrar en la taberna. «Tan buena respondía. Allá está en la cocina amasando la torta

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irrascible

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